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Adriano Smith.

No había palabras.

Simplemente amo ver a mi mujer feliz.

Ella no había esperado nada, pero en su sala tenía una decoración hermosa, su cocina estaba repleta de pasapalos y sus seres más queridos estaban sentados en la sala. Todo lo había organizado con su familia, todo hecho con amor. Ella hablaba tranquila con sus amigas, estaba tan hermosa vestida. Mi hermosa novia era una risueña nata, verla así me da tanta felicidad.

Pero apesar de que todo estaba bien, no la sentía igual conmigo.

Puedo leer su mirada, sé que me ama pero sus ojitos hacía mí mostraban confusión.

En una de esas, vi que subió a su habitación y con el permiso de la señora ana, la seguí, sin que ella se diera cuenta.

Entro, y fue a cerrar la puerta de su habitación pero la cerré yo, detrás de mi.

—Mi princesa..— dije.

—¡Ay, Adriano! Me asustas te. — dijo entre risas.

— Mi amor, discúlpame. Pero tenemos que hablar princesa..— comenté.

—Sí, tienes razón. Tenemos que hablar.

—Sabía que pasaba algo mi amor, tus ojos no me mienten. —Agarre sus manos, y la senté en su cama.— ¿Que pasa princesa?

— Ayer justo vino Verónica. Me dijo que Samantha había ido a tu casa en estos días, que tenía que tener cuidado de ella, pues siempre ha estado enamorada de ti. ¿Eso es cierto? ¿Por qué no me contaste que ella fue? — Dijo llena de intriga.

—Ella no mintió, es cierto que Samantha me fue a buscar a la casa, pero amor no fue que no quise decirte, realmente he estado ocupado en tu cumpleaños y en darte todas las sorpresas. Sin embargo no es excusa, perdóname amor por olvidar comentarte. Ella solo fue a decirme que quería volver hacer mi amiga y yo la saqué de mi casa, por qué nunca le voy a perdonar haberme alejado de ti. — respondí.

— No quiero que me ocultes más nunca nada Adriano.

— Nunca lo hago, y eso no vuelve a pasar mi amor. Perdón.

La envolví en mis brazos, mientras ella me daba besos.

— No quiero que sobre pienses nada de esta situación amor, no tiene ningún sentido. Eres mi novia, lo más precioso e importante que tengo en mi vida. Te amo todos los días. — recalque.

—Eres mi amor hermoso, siempre me haces sentir una reina. Te amo todos los días Adriano, mi novio.

Luego de eso, todo mejoro aún más.

.....

El pastel, que habíamos comprado era su favorito. Pastel de terciopelo rojo. Red velvet.
Muchos flashes impactaron su carita, su sonrisa ladina respondía a todas las cámaras. Luego de cantar el cumpleaños, picaron la tarta.

La felicité con beso.

Aún la fiesta seguía, me serví un trago más, y me quedé al lado de ella. Se hizo un poco más tarde, ya su familia se despedía, y realmente satisfechos todos habíamos cenado muy bien. Poco a poco los invitados se iban, y yo iba ayudando a recoger las cosas con la señora Ana. Mis amigos adoraban a Anaís, cada uno les había mandado un mensaje y detalles, pues ellos le harían una reunión aparte para festejar.

Por mi parte, le di muchos regalos que sé que le encantarán.

Mamá no estaba en la cuidad, pero también le tenía pendiente algo por allí.

Mi princesa, despidió a sus últimas amigas, y llegó al lado de nosotros, me abrazo.

—De verdad, que cumpleaños tan hermoso. Los amo inmenso, gracias. —Nos dijo.

Su mamá le dijo unas palabras, mientras ya le di un beso en la frente.

Todos se iban, y la señora Ana había subido a cambiarse.

— Amor, quédate a dormir conmigo. — Dijo mi princesa en súplica, de repente.

— ¿Eso quieres mi amor?

— Si, porfavor..- respondió.

— Está bien mi princesa, como órdenes.

— Me iré a cambiar. — Me dijo subiendo con una sonrisa pícara.

—Te ayudaré mi amor.

Corrí persiguiendo la.

Era tan espectacular, conocerme su cuerpo y conectar tan bien con él. Ya era de madrugada, y se durmió encima de mí.

—Feliz cumpleaños otra vez mi amor. — dije para devorar sus labios.

Sin duda, siempre estaremos con la persona correcta.

.....

Semanas después.

Aparque la moto y baje a mi princesa con sumo cuidado, ya que tiene los ojos vendados, entramos a la casa, en donde estaba todo oscuro.

—Amor tengo miedo. ¿En donde estamos? — dijo intrigada.

Quite la venda, y todos salieron de sus escondites gritando a una sola voz.

"¡Sorpresa!"

Toda mi familia y nuestros amigos le habían organizado a Anaís una fiesta por su cumpleaños.

—¡¡No puede ser, todo es tan hermoso!! — dijo con su sonrisa ladina, y ojos brillosos.

Todos la abrazaron, e iban felicitando, habían muchos detalles y regalos, Germán ofreció su casa para festejar, ya que es más grande que la casa de mi mamá. Estaba Gustavo, José, Germán, Ámbar, Jorgine, etc.

Mamá había preparado sus tartas favoritas, los muchachos compraron mucha comida y bebidas también. Ver qué mi entorno, la adoraba y la veía de la misma manera que yo, era glorioso.

Es nuestra consentida.

Soy totalmente afortunado y feliz a su lado.

No había alguien, a quien Anaís no hiciera reír.

Tocaron la puerta, y abrí.

Era Joel, y aunque hace mucho tiempo no era amigo de nosotros, el amor que le tenía a mi princesa era genuino, por eso los chicos le habían comentado sobre la reunión.

— ¡¡Joel!! — grito apenas Anaís lo vio.

—Feliz cumpleaños mi Ani Ani. —la abrazo un montón.

Estos últimos meses habían sido hermosos para nosotros.

Y seguiré haciendo un millón de cosas más, para hacerla sonreír de esa manera.

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