Al día siguiente de ser pateado por Rubius y recibir la excelente noticia de que los Buhajeruk se quedarían por un tiempo en casa, desperté con la esperanza de ver el mundo con otros ojos. Quizás desde una perspectiva más animosa, pero claramente una decepción amorosa no se supera con facilidad, mucho menos el término de una relación.
Todavía somnoliento, busqué bajo mi almohadón el celular y deslicé la pantalla para ver el motivo de mi desvelada cuando me percaté de la hora: faltaban cinco minutos para ir al colegio. Me giré y quedé bocarriba, con el celular en mis manos y comprobé que un nuevo capítulo de la historia que tanto ansiaba leer, de mi autor favorito, había sido publicado.
Dentro de Wattpad, hay una variedad inmensa de novelas y escritores, pero ninguno me hacía querer arrancarme los pelos de la cabeza por la espera como Synapses. Tenía una habilidad casi celestial para captar la atención del lector; sus historias siempre tenían ese toque de humor, buena ortografía, giros inesperados, personajes sobresalientes y memorables. Como admirador, siempre leía todo lo que escribía y comentaba siempre que podía.
Synapses fue mi inspiración para pasar de un lector fantasma a escribir mis propias novelas.
—¡El desayuno está listo!
El llamado fue dado.
Me aventuré a salir por la puerta, pero recordé que mi pijama de polar rosa con dibujos de osos sería tan humillante como la pregunta que le había hecho a Spreen el día anterior, así que tuve que buscar ropa y vestirme. No obstante, cuando puse un pie fuera del cuarto, me vi a mí mismo con las horribles ojeras por llorar a moco tendido bajo las sábanas. Como un fantasma, busqué entre mis cosas algún corrector de ojeras y ¡no había nada! Opté por hacer el ridículo de todas formas; me coloqué unos lentes de sol.
Con toda la personalidad que puede tener, bajé las escaleras y me dirigí a la cocina, donde mamá y los Buhajeruk estaban ya sentados. Los dos puestos vacíos eran de papá y Spreen, que todavía no habían llegado.
—¿Olvidé decirle a su padre que apagara la luz solar de la casa? —preguntó mamá con mofa. Blanqueé los ojos detrás de mis lentes de sol y me senté junto a ella.
—Buenos días.
Saludé a los dos Buhajeruk y ellos me saludaron con expresiones confusas, como si dudaran de mi salud mental, cosa que, siendo sincero, debía hacerlo yo por ellos. Nunca había visto una pareja que tuviese tantas discusiones y se contentara tan rápido como ambos. Además, no me explicaba de dónde habían sacado a su primogénito cuando no tenía la personalidad de ninguno de los dos.
Dejé mis dudas para otra ocasión, mis tripas rugían por el hambre y no quería crear una banda sonora. Además, tenía que inventar alguna excusa buena para faltar a clases; quizás atrasar mi encuentro con Rubius.
Fue fácil decirle a mamá que no me sentía bien; ella captó, con ese instinto de madre espectacular, que algo había pasado, problemas amorosos, y me permitió faltar a clase. Ya cuando mi boca estaba demasiado llena como para que mis padres cambiasen mi apodo de «nutria» a «ardilla», papá apareció en compañía de Spreen. Ambos parecían estar charlando, lo que me fue de extrema sospecha. Achiqué los ojos y visualicé a mi posible enemigo. Papá nunca fue amante de los niños o adolescentes; por eso siempre me sentí privilegiado. ¡Pero entonces aparece eso y me aloca la única neurona funcional que tengo por la mañana!
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𝐔𝐍.𝐁𝐄𝐒𝐎.𝐁𝐀𝐉𝐎.𝐋𝐀.𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀─────────𝐒𝐏𝐑𝐔𝐀𝐍
Romance𝐔𝐍 𝐁𝐄𝐒𝐎 𝐁𝐀𝐉𝐎 𝐋𝐀 𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀 ── ☆ 𝘑𝘶𝘢𝘯, 𝘶𝘯 𝘢𝘥𝘰𝘭𝘦𝘴𝘤𝘦𝘯𝘵𝘦 𝘥𝘦𝘭 𝘮𝘰𝘯𝘵𝘰́𝘯 𝘲𝘶𝘦 𝘵𝘪𝘦𝘯𝘦 𝘭𝘢 𝘮𝘢𝘭𝘢 𝘴𝘶𝘦𝘳𝘵𝘦 𝘥𝘦 𝘦𝘯𝘤𝘢𝘱𝘳𝘪𝘤𝘩𝘢𝘳𝘴𝘦 𝘥𝘦 𝘭𝘰𝘴 𝘱𝘦𝘰𝘳𝘦𝘴 𝘤𝘩𝘪𝘤𝘰𝘴. 𝘊𝘰𝘮𝘰 𝘳𝘦𝘴𝘶𝘭𝘵𝘢𝘥𝘰...