Venganza.

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De vuelta en casa, nuestros padres nos saturaron con preguntas sobre el colegio

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De vuelta en casa, nuestros padres nos saturaron con preguntas sobre el colegio. Spreen respondió con monosílabos, sin dar mucho detalle. Tampoco había mucho que decir de su parte; todas las veces que lo vi estaba acompañado de sus audífonos del diablo. Yo, a diferencia de él, claramente estaba en otra posición, pero el peso del día se acentuó en mis hombros y todo lo que anhelaba era leer la actualización de Wattpad y prepararme de forma mental para lo que sería una conspiración bien planeada contra Rubius.

La mente malvada de Ari lo había planeado todo en un par de segundos. No tengo la menor idea de cómo; sin embargo, un plan fríamente calculado nos fue recitado paso por paso en el recreo de aquel lunes. Los siguientes cuatro días de la semana mi ex pagaría por todos sus pecados (y quizás el resto de ellos) con un par de travesuras.

El martes por la mañana tuvo un poco de calma en comparación al día anterior. Ya más coordinados con el horario, gozamos de un rico desayuno sin manchas y ahogos, excepto porque la madre de Spreen nos asustó a todos diciendo que tenía contracciones. Su marido palideció y agarró nervioso a su hijo por el pecho. Spreen tenía los ojos puestos sobre su mamá, expectante a cada uno de sus movimientos. Mi madre dio un salto en su silla y papá maldijo entre dientes. Yo por un segundo creí ver un parto en vivo y en directo, experiencia que solo conocía por televisión o imágenes de libros. Nos mantuvimos en alerta durante unos... ¿dos minutos? Sí, atentos a los movimientos de tía Michi, quien se arrugó más de lo normal. Entonces, abrió los ojos y suspiró.

—Era un gas ninja, lo siento —comentó, sonriendo con culpabilidad.

—Cielos, gorda —le dijo su marido—, esos son los peores.

Por suerte su gas no fue letal. No sentimos nada más allá del olor del pan caliente que reposaba sobre la mesa.

Una vez escuché que las embarazadas suelen tener gases y deben tirárselos por obligación, pero no puedo confirmar aquello. Quizás fue una estrategia astuta de una embarazada para excusarse. De todas formas, el desayuno fue normal dentro de su anomalía.

Siendo el primero en terminar el desayuno, me dirigí a la cocina con bolso en mano para guardar, con extremo cuidado, huevos en esta.

El primer día de la conspiración consistía en dejarle un pequeño «presente» a Rubius durante la clase de Matemáticas. Simplemente debíamos sentarnos de manera tal que nos permitiera pasarnos su mochila con disimulo hasta Fabiola, quien haría el trabajo de meter los huevos dentro.

—Con esto Rubius no querrá comer huevos revueltos en su vida. —Ari se frotó las manos ansiando llegar a Jackson. Todos nosotros parecíamos estar en un espeluznante aquelarre dentro del bus. No faltaron las miradas prejuiciosas de los demás, que nos oían reír como brujas.

—Recuerden las posiciones —advirtió Fabi—. No dejen que nadie que no seamos alguna de nosotras se siente tras él. Y que Juan se mantenga alejado; no vaya a ser que sospeche de el.

𝐔𝐍.𝐁𝐄𝐒𝐎.𝐁𝐀𝐉𝐎.𝐋𝐀.𝐋𝐋𝐔𝐕𝐈𝐀─────────𝐒𝐏𝐑𝐔𝐀𝐍Donde viven las historias. Descúbrelo ahora