Secretos y Rencores

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Dorian Ekauyu

Físico: Muy alto y musculoso, cabello café claro, ojos ambarinos, nariz recta,cejas pobladas, sonrisa amplia, pómulos altos, pecas en todo el cuerpo.

Edad:21 años     Nacimiento: 7,713 Luna de Nieve (Invierno)     Lugar de Nacimiento:Castillo de Alba    Hogwarts: Gryffindor      Lineamiento Inicial: Bueno/Legal      Comida Favorita: Pato en salsa de vino tinto.     Color Favorito: Blanco        Hora del día: Amanecer      Pasatiempo: Perderse cerca de la torre del aviario.

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Apenas las primeras luces del amanecer despuntaban en el cielo cuando Aylín ya estaba despierta. Tenía la mirada perdida en ninguna parte mientras escuchaba las suaves respiraciones de Joanney. Se reacomodo e intento dormir, pero la imagen de la sangre de Eliram volvía a su mente una y otra vez.

No sabía cómo estaba o si la bendición de la sacerdotisa había ayudado. Su padre le prohibió ir a verlo o preguntar por él, así que solo le quedaba esperar que alguien le quisiera dar noticias, lo cual probablemente no sucedería. Su familia no le diría nada y los padres de Eliram eran muy prudentes para ello.

La habitación cada vez estaba más iluminada y el trino de las aves iba en aumento. Las horas de descanso ya habían pasado y ella apenas logro aprovecharlas.

— ¿Estas bien?

Aylín se dio cuenta que Joanney ya estaba despierta y parecía llevar un tiempo mirándola.

—No lo sé.

—Ya hiciste lo que pudiste y de nada sirve preocuparse por algo que no se puede controlar. —Joanney se sentó en la cama y comenzó de desperezarse. —Ora por él. Yo lo hice anoche, pero parece que los dioses están más atentos a las voces de los magos.

Aylín pareció pensarlo un poco ya que sabía que su amiga tenía razón. Les había suplicado a los dioses en su momento de mayor necesidad y ellos le respondieron. Pero también el dolor había sido insoportable, en aquellos momentos sintió como la vida se escapaba de su cuerpo.

Expulsó esos recuerdos de su mente, decidiendo que recurrir a los dioses no era una opción para ella, no importaba que se tratase de una simple oración. 

La mañana transcurrió con calma y después del desayuno se les unió Bianca, Jerome la había dejado sola y quería dar un paseo por el castillo para pasar el tiempo. En los pasillos se percibía el mismo aire de urgencia del primer día. Ahora que se estaba preparando el baile de máscaras era un aroma a flores el que flotaba por el ambiente. Las chicas tuvieron que guiarse hacia corredores exteriores para no estorbar a los sirvientes.

—Presiento que Jerome me está ocultando algo. —Comenzó Bianca pensativa. —Desde que llegamos, no incluso antes de eso, he notado como él y Cernis cambian de tema cuando me acerco.

— ¿Qué crees que sea? ¿Una amante?

—Claro que no. —Se apresuró a decir Aylín. —Quiero decir... No sé si mi hermano sea capaz de algo así, pero definitivamente mi padre no solaparía ese comportamiento.

—Son hombres y hacen lo que los hombres hacen.

Bianca y Aylín fruncieron el ceño ante las palabras de Joanney.

— ¿Qué? Su matrimonio fue arreglado. ¿O te ha dicho que te ama? Si no es así, no veo porque no pueda tener una amante.

Bianca no respondió, se limitó a apartar la vista aún más molesta.

Ojos Amatista - Espíritus Nocturnos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora