Dorian estaba sentado en el borde de su cama con el rostro entre las manos. Las pesadillas no lo dejaban dormir, veía los rostros de aquellas personas cada vez que cerraba los ojos. Les había fallado a todos y cada uno de ellos, ahora estaban muertos por su culpa.
—Vuelve aquí. —Sintió como Lavinia tocaba su hombro desnudo, él no la había escuchado despertar.
Se levantó alejándose del contacto, pero ahora de pie no podía estar quieto. Llevaba las últimas noches sintiéndose así, imaginando todo lo que debió haber hecho diferente.
El suelo de madera crujía bajo su peso y las cortinas de las ventanas bailaban con el ligero viento nocturno. Solo quedaba una vela encendida que luchaba por esparcir su luz en la amplia habitación del príncipe.
—Dorian. —Lo llamó Lavinia, pero él pareció no escucharla. —Dorian... —dijo más fuerte obteniendo el mismo resultado.
Caminó hasta él y lo tomó del rostro obligándolo a mirarla.
—Basta ya. No puedes seguir con esto. Ellos fueron ahí a morir, sabían el riesgo, pasa todas las veces. Ellos mismos se lo buscaron.
—No, ellos fueron ahí a vivir. —Dorian hizo que Lavinia lo soltara y fue a sentarse de nuevo en la cama. —Se que siempre hay muertes por la ceremonia, pero se suponía que yo lograría evitarlo; por eso mi padre me puso a cargo, se lo prometí. Tenía que demostrarle que estoy listo, pero no solo falle, por mi culpa apenas conseguimos algo de agua de luz.
—¿Temes que te castigue?
—Temo más el castigo que me preparan los Dioses. Tal vez ya lo estoy viviendo. Mi padre esperará a que todos los invitados hayan dejado la capital, me juzgará frente a la corte; tal vez esto es justo lo que necesitaba Demian para que lo nombren heredero.
Dorian exhaló con pesar mientras Lavinia se acomodaba junto él sin tocarlo.
—Eso no pasará, él no es tan bueno como tú, ni tan leal y noble. Te repondrás de esto porque nadie se preocupa por esa gente como tú. Su majestad también debe de notarlo, estoy segura.
Se inclinó hacía ella para descansar la cabeza en el pecho de la chica.
—Gracias.
Cerró los ojos agradecido por su presencia e intentando confiar en sus palabras, en ese momento era lo único que podía hacer para tratar de encontrar algo de tranquilidad.
Los días después de la ceremonia fueron caóticos para todos. Muchas personas culparon a los nobles por la falta de agua de luz, los acusaban de esconderla con fines egoístas; se levantaron revueltas aisladas que los guardias no tardaban en repeler siempre con un alto número de heridos. Las personas que aquel día habían estado lo suficientemente cerca para darse cuenta de lo que en realidad pasó con el palne, se congregaban en el templo rogando el perdón de los Dioses por sus ofensas.
Mientras tanto los hospitales y clínicas de la capital estaban abarrotados por todos aquellos que viajaron de todas las provincias con la esperanza de sanar, y que ahora, sin tener a dónde más ir, morían de agotamiento esperando un remedio que mitigara su dolor.
Decenas de carretas salían todos los días de la capital llevando los cuerpos de los fallecidos en la plaza, para incinerarlos en las afueras. Aylín había logrado ver el humo desde su habitación en el castillo, se preguntaba cuántas familias se habían roto desde entonces. No podía evitar sacar el brillante vial del cajón cada tanto y contemplarlo junto a aquellas serpientes de humo.
Pasó casi una semana para que la ilusión de tranquilidad se extendiera por la capital y el castillo. De a poco las calles volvían a estar habitadas por las personas deseosas de recuperar la rutina interrumpida por las celebraciones del aniversario.
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Ojos Amatista - Espíritus Nocturnos 1
FantasíaAylín a nacido como maga en un mundo cada vez más decadente para los humanos y con su magia logro salvar a su gente. Ahora que el rey la a comprometido con uno de sus hijos ella deberá encontrar su lugar en la corte, mientras trata que el secreto de...