Un Hombre Extraño

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Cerca del mediodía cruzaron uno de los tres largos puentes que llevaba a la capital; y al comenzar a transitar por las calles de la ciudad la descubrieron llena de vida y actividad, muy diferente al pueblo que habían dejado atrás. Todo mundo se preparaba para las fiestas de esa semana; los comerciantes llevaban carros repletos de flores al castillo y en las plazas se armaban escenarios y puestos de juegos y comida. Durante las siguientes noches todas las calles estarían iluminas por los escandalosos festejos.

El carruaje giró hacía la calle principal para encaminarse por una colina hacia la entrada del catillo de Alba. Aylín no pudo calcular la altura de la barbacana de la entra, alcanzó a distinguir a los guardias en las almenas pero estaban tan lejos que le fue difícil adivinar las facciones de sus rostros.

 Aylín no pudo calcular la altura de la barbacana de la entra, alcanzó a distinguir a los guardias en las almenas pero estaban tan lejos que le fue difícil adivinar las facciones de sus rostros

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Toda la estructura del castillo estaba hecha con sillares de piedra color blancuzco, a excepción de los techos oscuros, inclinados y puntiagudos. Torres muy altas custodiaban puntos estratégicos de la muralla exterior, pero en la estructura del mismo castillo había otras incluso más imponentes. Cientos de ventanas veían al carruaje detenerse en la entrada desde todas direcciones, mientras que una cuadrilla de sirvientes se acercaba a ellos para tomar la rienda de los caballos y ayudar a descargar los carros.

—Al fin, dormiremos en una cama decente esta noche. —Comentó Bianca al bajar del carruaje, para después ver como su cuñada miraba alrededor aun asombrada. —Quita esa cara de sorpresa Aylín o nos aras quedar mal.

Aylín entorno lo ojos con fastidio pero no respondió, se dio cuenta de que su padre anunciaba su llegada a uno de los sirvientes y este comenzaba a indicarles el camino. Cuando entraron por las puertas principales una mujer del servicio les pidió a Aylín y Joanney que la siguieran para guiarlas a la habitación que les tenían preparada.

Antes de entrar por un pasillo lateral el corazón de Aylín dio un vuelco al escuchar una voz familiar. Se dio vuelta deprisa pero no logro ubicar al dueño de aquella voz que tanto le gustaba.

Subieron hasta un tercer piso del ala oeste, y caminaron por un pasillo con vista a un pequeño jardín interior lleno de rosales blancos. Una puerta de madera clara les dio la bienvenida a una habitación que era lo suficientemente espaciosa para las dos chicas. Dos camas individuales las esperaban junto a la pared del fondo, ambas con doseles de los que colgaban finas telas color verde claro. Del otro lado una mesita para escribir, con papel, plumas y tintero. Al pie de las camas descubrieron dos grandes baúles y junto a ellos sus pertenencias. Desde una ventana del lado derecho tenían una hermosa vista al jardín de rosas y del otro lado encontraron un cuarto con una gran bañera llena de agua caliente.

Ambas se desnudaron y compartieron el baño antes de que se enfriara. Joanney estaba terminado de enjabonarse cuando se dio cuenta de que su amiga la miraba picara hundida con el agua al nivel de su ojos.

— ¿Qué pasa?

—Creo que está aquí. —Contestó Aylín divertida.

— ¿Quién?

Ojos Amatista - Espíritus Nocturnos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora