Deseo

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Se estaba quedando dormida cuando unos ligeros golpecitos en la puerta del carruaje la despertaron.

—Hola. Se me ocurrió que tal vez te gustaría salir a estirar las piernas. —dijo Dorian mientras le ofrecía su mano para ayudar a Aylín a salir.

—Gracias.

Siempre que bajaba del carruaje la sensación de estar sofocada crecía. Llevaba seis días de viaje atrapada dentro en la oscuridad; acompañada solo por el vampiro que permanecía sentado frente a ella todo el día, como dormido. Solo después de llegada la noche era que él salía y la dejaba sola, horas antes de que se detuvieran para acampar.

—¿Ya has comido algo? —le preguntó el chico.

—Aún no.

—Entonces acompáñame. Tuvimos la suerte de atrapar tres conejos más temprano y los están preparando en un guiso.

Comenzaron a caminar hacía el lado del campamento de Dorian. Aunque ambos príncipes viajaban juntos, por las noches sus dos equipos encendían fogatas lo más alejadas entre sí. La mayoría de estas noches el carruaje de Aylín terminaba mucho más cerca del campamento de Demian.

Quince hombres rodeaban el fuego al llegar. Habían acercado tocones y piedras grandes para poder sentarse. Aylín reconoció a Milo entre los guerreros y se acomodó en un lugar vacío junto a él.

—Tardaste semanas en llegar a Alba y en menos de un mes tener que hacer otro viaje debe ser un fastidio

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—Tardaste semanas en llegar a Alba y en menos de un mes tener que hacer otro viaje debe ser un fastidio. —comentó Dorian al sentarse a su lado.

—Quisiera decir que no, pero estos días han sido muy pesados. Sobre todo porque no están mis hermanas conmigo.

—Lo lamento, debe ser difícil estar rodeada todo el tiempo por un montón de extraños, y yo no he podido estar tan cerca de ti como quisiera.

—Creo que lo dice más por la sanguijuela que viaja con ella. —intervino Milo.

El semblante de Dorian se ensombreció, parecía molesto.

—Me disculpo por eso. No entiendo en qué diablos piensa mi hermano.

—No te preocupes. —Aylín trataba de suavizar las cosas. —La mayoría del tiempo es como si no estuviera ahí.

—Mañana por la tarde llegaremos a un pueblo. Podrás dormir en una buena cama y descansar sin preocuparte por la sanguijuela. Después nosotros continuaremos a Peonia y Demian a Espada Rota. Es tu decisión, pero de verdad espero que vengas conmigo. No permitiré que nada malo te pase durante esta cacería.

—Gracias, sé que así será.

Fueron repartiendo cuencos de madera a cada uno. Cuando Aylín olió la carne de conejo y las verduras de aquel guiso hirviendo se le hizo agua la boca, pero comenzó soplando con cuidado para no quemarse.

***

En la distancia Demian estaba rodeado de sus propios hombres, los cinco guerreros en los que más confiaba y su mejor amigo; pero no podía apartar la mirada de esa otra fogata y de aquella figura femenina junto a su hermano.

Ojos Amatista - Espíritus Nocturnos 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora