III

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La terquedad de los padres de Minho era de un tamaño tridimensional, el pobre omega estaba acostumbrado a como sus progenitores continuamente tomaban decisiones sobre su persona, desde las más básicas hasta las más cruciales, entrometían su nariz ...

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La terquedad de los padres de Minho era de un tamaño tridimensional, el pobre omega estaba acostumbrado a como sus progenitores continuamente tomaban decisiones sobre su persona, desde las más básicas hasta las más cruciales, entrometían su nariz donde no les llamaban y Minho debía quedarse callado, aguantando sus ganas de mandarlos a la mierda.

Prueba de ello eran todos aquellos tediosos eventos de líderes a los cuales se veía obligado a ir constantemente, siempre que debían asistir a alguno se despertaba con su madre estresada corriendo por toda la casa con los rulos de velcro aún en su cabello. Minho desayunaba en silencio, limitándose a observarla, el caos interno de la mujer se mantendría hasta que recordará que su hijo debía vestirse de igual forma, así que con el vestido a medio poner, correría hasta el chico, tirando de él para poder vestirlo.

Minho acababa con incómodas prendas, las cuales eran más ajustadas de lo que hubiera deseado, según su madre estás debían ser así para poder amoldarse a su figura y atraer a un buen alfa para él, pero el castaño solo podía pensar en una cosa

¿Para qué quería un alfa que solo se fijara en su aspecto físico? De todas formas, su juventud no será eterna.

Pero, sabía que decir aquello le causaría algo similar a un micro infarto a su madre, cosa que no deseaba, la mujer ya estaba lo suficientemente estresada como para sumar frustración a su lista.

Según lo que Minho sabía, aquello sería una cena entre líderes, no quería asumir el motivo de esta, más no podía evitar suponer que allá jugarían a cupido.

—¡Minho! —Grito su madre desde abajo, el omega dejo de verse al espejo donde no paraba de juzgar su reflejo, a sus propios ojos se veía horrible pero no podía quejarse

—¡Ya voy!

El omega bajo corriendo las escaleras, casi tropezando por un mal paso que dio con aquellos molestos zapatos de vestir que tenían un estúpido tacón. Cuando estuvo por fin en la planta inferior de su hogar pudo ver como su madre estaba ya de pie con sus tacones, un elegante vestido y sin aquellos rulos en el cabello, al lado de la mujer estaba su padre con un traje negro y una corbata celeste a juego con el vestido de su madre.

Observándolos, Minho se sintió algo ridículo con aquel moño decorando su camisa de vestir, pero se forzó a sonreír, lo que le quedaba al menos era mostrar una buena personalidad, porque físicamente era un cosplay barato de un niño riquillo.

—Ay hijo, tu cabello está desordenado, pareciera que aún tienes 15 años —Le regañó Irene

—Así me gusta mamá, me veo ridículo con el cabello pegado a mi frente...

—Nada de peros, debes verte presentable en la cena

—Yo concuerdo con Minho, Joohyun, se ve ridículo cuando le haces ese peinado —Habló por fin el alfa mayor, dándole un vistazo a su reloj

Había una vez un delta... | minchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora