cap 73:lechuzas mensajeras

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Figg:¡Se ha marchado! —dijo la señora Figg, retorciéndose las manos—. ¡Ha ido a ver a no sé quién por un asunto de un lote de calderos robados! ¡Ya le dije que iba a desollarlo vivo si se marchaba, y mira! ¡dementores! ¡Suerte que informé del caso al señor Tibbles! Pero ¡no hay tiempo que perder! ¡Corre, tienes que volver a tu casa! ¡Oh, los problemas que va a causar esto! ¡Voy a matarlo!

Sele:me pregunto porque vinieron los dementores ¿Ese tal Mundungus ha estado siguiéndome? 

Figg:Sí, sí, sí, pero por fortuna yo había apostado al señor Tibbles debajo de un coche, por si acaso, y el señor Tibbles vino a avisarme, pero cuando llegué a tu casa ya no estabas, y ahora... ¡Oh! ¿Qué dirá Dumbledore? ¡Eh, tú! —le gritó a Dudley, que estaba tumbado en el suelo del callejón en posición supina—. ¡Levanta tu gordo trasero del suelo, rápido! —

Sele:esta dementado abuelita figg

La señora Figg se inclinó, agarró uno de los inmensos brazos de Dudley con sus apergaminadas manos y tiró de él. —¡Levántate, zoquete! ¡Levántate! 

Pero Dudley o no podía o no quería moverse, así que permaneció en el suelo, tembloroso y pálido como la cera, con los labios muy apretados. 

Sele:Ya me encargo yo —dijo, que cogió a Dudley por el brazo y dio un tirón. Haciendo un gran esfuerzo consiguió ponerlo de pie. 

Parecía que dudley estaba a punto de desmayarse. Sus diminutos ojos giraban en sus órbitas y tenía la cara cubierta de sudor; en cuanto selene lo soltó, Dudley se tambaleó peligrosamente. 

Figg:¡Deprisa! —insistió la señora Figg histérica.

selene se colocó uno de los enormes brazos de Dudley sobre los hombros y lo arrastró hacia la calle, encorvándose un poco bajo su peso. La señora Figg iba dando tumbos delante de ellos, y al llegar a la esquina asomó la cabeza, nerviosa, y miró hacia la calle. 

Figg:Ten la varita preparada —le dijo a selene cuando entraron en el paseo Glicinia —. Ahora no importa el Estatuto del Secreto, de todos modos, lo vamos a pagar caro, tanto da que nos cuelguen por un dragón o por un huevo de dragón. ¡Ay, el Decreto para la moderada limitación de la brujería en menores de edad!... Esto es ni más ni menos lo que temía Dumbledore.

Sele:¿Qué es eso que hay al final de la calle? 

Figg:Ah, es el señor Prentice... No escondas la varita, muchacha, ¿no te he dicho que yo no te serviría de nada?

Pero no resultaba fácil sujetar con firmeza una varita mágica y al mismo tiempo arrastrar a Dudley. selene, impaciente, le dio un codazo en las costillas a el, pero éste parecía haber perdido todo interés por moverse por sí mismo. Dejaba caer todo su peso sobre los hombros de selene y arrastraba sus grandes pies por el suelo. 

Figg:¡oh, cielos! —exclamó trágicamente, y empezó a retorcerse las manos otra vez—. Cuando Dumbledore se entere de esto... ¿Cómo ha podido marcharse Mundungus? Se suponía que estaba de guardia hasta medianoche. ¿Dónde se habrá metido? ¿Cómo voy a explicarle a Dumbledore lo que ha sucedido? Yo no puedo aparecerme. 

Sele:Tengo una lechuza; si quiere, puedo prestársela —se ofreció selene, quien luego emitió un gruñido y se preguntó si su columna vertebral acabaría partiéndose bajo el peso de Dudley

Figg:¡No lo entiendes, cariño! Dumbledore tendrá que actuar cuanto antes porque los del Ministerio tienen sus formas de detectar la magia hecha por menores de edad; ya deben de saberlo, te lo digo yo.

Sele:Pero si estaba defendiéndome de unos dementores..., tenía que usar la magia. Seguro que les preocupará más saber qué hacían unos dementores flotando por el paseo Glicinia, ¿no cree? 

la aventura de Selene iris Potter GauntDonde viven las historias. Descúbrelo ahora