Durante su última expedición, Levi fue forzado a dejar a Elsie atrás, una cadete que se sacrificó a sí misma para salvarlo a él y su equipo. Ha sido devorado por la culpabilidad desde entonces.
Cuando la encuentra de nuevo, aun con vida contra todo...
Shiganshina cae. Elsie no dejará que su hogar se venga abajo sin pelear.
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Era un día tan hermoso.
Elsie tomó una respiración profunda para disfrutar de la cálida brisa. Acababa de pasar un par de días con su madre, lejos del ejército y el alboroto de lo que vio en su última expedición. Se sintió rejuvenecida mientras la dicha doméstica de su antigua vida la hacía olvidar todo el horror y el miedo. Su antiguo hogar, los abrazos de su madre y el estilo de vida sencillo y pacífico de Shiganshina la hicieron sentir como la niña que solía ser. Estaba a punto de irse y volver a la sede del Escuadrón de Operaciones Especiales, se sentía nostálgica y esperanzada al saber que tenía un hogar feliz al que siempre podía volver.
―¿No puedes quedarte unas horas más? Es día de mercado ―Jeanette sugirió.
―Ya tengo mi uniforme puesto, mamá.
―¿Y qué? Los niños estarán encantados de ver las Alas de la Libertad deambulando por el mercado. Sería un buen cambio de las rosas habituales holgazaneando.
Elsie sonrió ante la mala opinión de su madre sobre la Guarnición.
―Bien. Una hora, no más.
Después de todo, ¿cómo podría decir que no? Había tantas personas por ahí, tanto rostros familiares como desconocidos, algunos ocupados manejando sus negocios, otros simplemente dando vueltas por placer. Su madre divisó varios ingredientes que quería comprar para probar nuevas recetas.
―Para cuando el capitán Levi venga a cenar ―dijo con una sonrisa.
―Mamá, de verdad que no tenías que hacer eso, ¿sabes?
―Tonterías. Actúa todo rudo, pero es un buen chico. Bueno, tú sabes mejor que yo, ¿no es así?
Elsie rodó sus ojos. Justo entonces, cuando estaba mirando hacia arriba, el color del cielo cambió.
En realidad no cambió, solo fue eclipsado por algo demasiado brillante. Por un momento, se veía como si el mundo entero ―el cielo, incluso la tierra― se hubiese vuelto de un amarillo segador.
El mundo volvió a la normalidad por un segundo. En ese momento, todos contuvieron sus respiraciones mientras esperaban por indicios de que todos lo habían imaginado. Como si pudieran borrar ese aterrador evento al quedarse de pie en silencio y quietos. Pero la tensión era demasiado alta cuando el temor primordial de todos quienes vivían debajo de la sombra de la Muralla María se hizo realidad. La luz vino de más allá de la Muralla.
Y luego el mundo terminó. Al menos, el mundo como lo conocían. Con el desmoronamiento de la única certeza, de la única promesa de seguridad que la humanidad había conocido por un siglo, lo que vino después solo podía ser un mundo nuevo, uno que se veía mucho más como el infierno.
Cada palabra que Elsie sabía desapareció de su mente, excepto por no. Eso era lo que siguió repitiéndose, como si el mundo pudiera detener lo que ocurría o asegurarle que solo era una de sus muchas pesadillas o detener el tiempo lo suficiente para darle la oportunidad de procesarlo.