Capítulo 8

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—¡¿Qué infiernos quieres decir con que no están?! —El alfa Dong SeoHyuk gritó hacía su subordinado, lanzando la carpeta en su mano sobre el escritorio

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—¡¿Qué infiernos quieres decir con que no están?! —El alfa Dong SeoHyuk gritó hacía su subordinado, lanzando la carpeta en su mano sobre el escritorio.

—Al parecer hace algunas semanas de ello, señor —el lobo respondió, todos los vellos de su cuerpo erizados por el miedo que transmitía el furioso y despiadado león.

—Y se puede saber, ¡¿por qué infiernos no sabía?!

El lobo dio un paso atrás ante el rugido al final de las palabras del líder. Tragando ruidosamente antes de responder con voz temblorosa.

—Nadie se había percatado, desde que el grupo de ChulMoo salió de la ciudad hace un mes, no hubo nadie que estuviera realmente pendiente de ellos —explicó—. Y como los Jeon vivían en una cabaña a inicios del bosque, no es como que tuvieran vecinos realmente cercanos, ellos siempre prefirieron mantenerse alejados de todo.

—Estupideces, después de todo, ambos tenían trabajos a los que reportarse, ¿o no? Es imposible que pasaran tan desapercibidos —el alfa gruñó.

—En realidad no fue tan raro, ya que el alfa de los Jeon vivía cambiando de trabajo, así que no era de extrañar ya no verlo en el mismo lugar. —El lobo se removió nervioso—. En cuanto al omega, había renunciado una semana antes de su partida, la última vez que se le vio en el hospital, era en realidad su último día de trabajo.

—Demasiado conveniente. —Dong rastrillo los dientes—. ¿Alguien tiene idea de su paradero?

El lobo negó con la cabeza. —Nadie, señor, los Jeon no tenían amigos, desde la muerte de sus padres, se alejaron de todos a excepción del lobo Park.

—Ese hijo de puta de Park —Dong maldijo—. Estoy seguro de que debe saber donde están. Si el mal nacido no fuera tío del alfa de Seúl, hace años que los hubiera sacado de mi camino. —El león apretó los puños rabioso.

—Es de conocimiento de todos que los Jeon se convirtieron en sus protegidos —el lobo informó—. Tratamos de averiguar, pero lo único que nos dijo es que estos le habían dicho que se mudarían, pero no al lugar que lo harían.

—Obviamente está mintiendo —Dong gruñó.

—Hay otra cosa, señor.

—¿Acaso esperas una invitación para decirlo? —El león fulminó al lobo cuando este no habló de inmediato.

—No señor, lo siento. —El lobo se apuró a disculparse, no queriendo que el enojo del alfa cayera sobre él—. Lo que pasa es que, al parecer, los Jeon le vendieron su propiedad a Park, señor.

—¿Qué dijiste?

—Tal parece que fue un par de semanas antes de su partida.

—Malditos conejos de mierda, se negaron a venderme las tierras por años, pero en cuanto Park se las pidió, se las dieron. —Dong dejo caer su puño sobre la madera de su escritorio, el cual soltó un quejido ante la fuerza y haciendo temblar todo lo que había sobre ella—. ¿Sabrá Park de...? Imposible. —Negó para sí mismo.

El alpha de un depredador-KookTaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora