Capítulo VI

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La familia Svoboda. Conocida por sus múltiples negocios internacionales, que van desde inversiones pequeñas a lo que parece ser relaciones con la mafia, con exactitud no sé que tipo de relación tienen o que tipo de negocio van a tener, lo que si tengo claro, es que la legalidad no entra en nada de esto.

Llevaba varios días viendo a Aleixandre y algunas cosas no dejaban de pasarme por la mente, él es rico, pero ¿A costo de cuántos? ¿A qué costo es quién es? ¿Por qué es quién es? Preguntas como esas me pasaban por la mente diariamente. Quería vivir, tengo porque hacerlo.

Miré al frente, una autopista casi desolada me recibió, la luna llena y las pocas estrellas deslumbran la noche, a mi lado la imagen de un Aleixandre muy pacífico me recibía, ya había bajado la velocidad, puesto que él apenas demostraba algo respecto a la situación, era obvio que no le temía a la velocidad, pero ¿A qué si le teme? Él me hacía dudar sobre si siquiera hay un alma en él, la verdad es que de él no emanaba nada más que no fuera sadismo y frialdad. Detrás de ese supuesto hombre de negocios, hay un ser frío como el hielo y de una sonrisa lo bastante sádica para asustar a muchos. A la misma vez algo dentro de mí dice...

Odialo, odiado con todo”.

Pero al parecer yo hacía...

—Debes girar aquí a la derecha —encendí las direccionales y giré a la derecha, aún no me creía que estuviera manejando un coche como este y menos con el mismo diablo de copiloto —¿Te gusta? El coche —le miré de reojo.

—Admito que nunca pensé conducir uno de estos —nos encontramos frente a unas enormes puertas de metal —Si mi memoria no está mal, sólo existen tres de estos, así que eres verdaderamente muy rico o el favorito de Dios... Opto por la uno.

Un hombre robusto y de unos treinta se acercó al coche —Invitaciones —Aleixandre buscaba algo dentro de su traje.

—Aquí tiene —la invitación es blanca con detalles dorados y negros.

—Señor y señorita D'Angelo —abrí lo ojos de la impresión y lo mire con confusión —Pueden entrar —las puertas se abrieron de inmediato, pisé el acelerador y un rosal de rosas blancas nos recibieron a ambos. Se veían impresionantes.

—¿Por qué me traes contigo? —la pregunta se ma ha escapado, pero de cierta manera yo quería una respuesta.

—No puedo dejarte sin supervisión —eso es estúpido, tiene hombres encargados de eso —Y porque la única manera de asistir a esto es contigo ¿Recuerdas que te mencioné eso de que las mujeres van al volante hoy? Pues la única manera de asistir a estas fiestas es en pareja.

—¿Por esos somos el señor y la señorita D'Angelo? asintió levemente — Te odio.

—Dime algo que no me hayas dicho ya — pensé por unos segundos, donde estábamos alcanzo a ver una enorme casa y música clásica.

—Sei un dannato figlio di puttana, con poche palle, miserabile e imbecille, che non conserva un solo neurone normale, ti odio!! —le dije todo mirando su perfil —¿Qué te parece ahora? ¿Mejor? —una sonrisa de lado se dibujó en sus labios, por instinto me imaginé con las manos en su cuello.

Retiro lo dicho antes, no es una casa es una puta mansión de al menos 4 pisos, que maravilla arquitectónica, por fuera es de tonos azules y blancos, la fuente de antes es una hermosa una mujer semidesnuda con las pies atados a unas cadenas, no soy lo que conoce como un aficionado al arte, pero esa escultura es hermosa. Un hombre se acercó hasta el lado de mi puerta y la abrió, me extendió su mano y la miré por unos segundos, me retiré el cinturón de seguridad y tomé su mano a su vez otra puerta se habría y cerraba en cuestión de segundos, Aleixandre estuvo a mi lado de inmediato, aquel hombre subió al auto y lo llevó a otra parte. El brazo de Aleixandre rodeo mi cintura, aparté su mano de inmediato.

Sunsets with you...   (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora