Capitulo XX

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«La maldición de un cuervo es ver una paloma volando y querer igualarse a ella.»

Arturo D'Angelo...

Llevo horas esperando su llegada, si supiera lo poco que soporto la impuntualidad no me anduviera jodiendo. Me enciendo un cigarro y me sirvo un vaso de whisky.

¿Por qué carajos no llega?

Luego de dos vasos de whisky y un cigarro a medio acabar lo atravesar la puerta, tenía el labio inferior roto y de inmediato mire sus nudillos, están totalmente magullados, menos mal que peleó.

—Hasta que por fin, sientate. —le ordeno y él me da la peor mirada que puede antes de finalmente tomar asiento.

—¿Por qué tanta necesidad para verme, padre? —usa ese tono de respeto falso que piensa que me afecta.

—¿Por qué mierda nunca llegas a tiempo? —le digo —. Siempre tarde y con cara de valer mierda, yo no te enseñe eso. —le reprocho.

—No, estabas muy ocupado enseñándome a ser tu segundo que te olvidaste de eso y de paso de ser padre. —me reprocha —. Y no me vengas con tú discursito de padre del año, perdiste ese derecho hace años.

—No sabes callarte la boca, ¿verdad? —su perfil es desinteresado —. Uno siempre se calla cuando se encuentra frente a una ente autoritaria, aprende eso o cualquiera te dejará fácilmente sin lengua, Aleixandre. —le explico abriendo el cajón a mi lado para sacar un nuevo cigarro.

—Bien lo dijiste, padre. Ente autoritaria y tú no eres más que un viejo con los días contados. —lo miro a los ojos, no hay ni una pizca de arrepentimiento por sus palabras.

—¿Cómo está la niña? —pregunto cambiando de tema, no voy a darle importancia alguna sus opiniones inservibles.

—No es una niña, dejó de serlo desde el momento que mataste a sus padres.

—Mirame a los malditos ojos, Aleixandre D'Angelo Moretti, que sea la última y maldita vez en tu vida que se te ocurra hablarme de tal manera. —me levanto de mi silla y voy hasta donde él, lo tomo del mentón y reviso su rostro magullado —. ¿Qué mierda te pasó?

—¿Qué esperabas que me pasará? Me enviaste a hacer el trabajo sucio que cualquiera de tus hombres puede hacer. —este puto niño y sus respuestas.

—Levántate, vamos. —le digo tomando dirección hasta la puerta, cuando miro en su dirección sigue aún sentado.

—¿A dónde? —pregunta cansado.

—Levantate y ven. —no repito las cosas más de dos veces, él lo sabe de memoria así que se levanta y veo que se retuerce, tiene un golpe en el costado izquierdo.

Salgo de mi oficina y camino hasta el jardin, el sol ya casi se esconde y mis hombre vigilan absolutamente todos los alrededores.

—Ella está bajo tú cargo, ¿sabes por qué? —no responde cuando está a mi lado —. Ninguno de mis hombres haría lo que hiciste hoy y lo que ya has hecho varias veces, la defiendes, Aleixandre. —rueda los ojos cuando cree que no lo veo —. Ella es la clave de todo, sus padres la dejaron a tú cargo, no al mío. Ella es la razón de todo, la única capaz de iniciar, detener o acabar esta guerra que todos sabemos que va a suceder y más te vale que tú estés a su lado cuando todo inicie, todo esto es tuyo, la mafia es tuya te guste o no. Te lo sedo, quiero que en la proxima junta te presentes como el líder, te dejaré el camino completamente libre cuando mate a Ekër. —me mira a los ojos y no hay nada en ellos.

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⏰ Última actualización: Aug 31 ⏰

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