CAPITULO VEINTIUNO

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Alex...

Dentro de unas semanas me voy para Canadá, para una vida universitaria. Quiero aprovechar un tiempo con los chicos. Entrenar para los festivales que me quedan y seguir conociendo personas, en especial a Natalia. Ella es una chica encantadora de verdad. Entiende mi sarcasmo y puedo ser yo mismo con ella. Me gusta la confianza que tenemos, pero... Hay un problema, es que no le he dicho que me voy.

Llevamos como un mes conociéndonos. Y se ve que hay conexión. Pero no sé cómo decirle que me voy dentro de unas semanas. No la quiero perder.

Dyland vino a mi casa para hablar de algo que le pasó ayer en la noche, su nariz estaba con un moretón. Al parecer se agarró a golpes por Clara. Por qué ella estaba en una fiesta lejos de aquí.

— ¿Y así fue como te echaste a perder la nariz?. — Le digo buscándole una bolsa de hielo en mi refrigerador.

— ¿Qué querías que hiciera?, ¿Que me quedara durmiendo en mi casa? — Me dice un poco estresado.

— Sí...

— Alex...

— Qué... — Veo como me voltea los ojos mientras me recibe la bolsita con hielo. — Bueno, está bien que fuiste. Te preocupaste por ella, y está bien. Pero cuantas veces en este año te vas a agarrar a golpes con alguien Dyland. — Le digo mientras saco dos gaseosas de la nevera y le paso una.

— Pero si es para salvar a alguien, peleó las veces que sea y más por ella. Para que no le hagan daño.

— Aja, ¿Y yo, dónde quedó?. Claro a Alex lo dejan que lo maten a golpes. — Le digo dramáticamente.

— Alex, por favor... Yo también me agarraría a golpes por ti. Solo llámame y estoy dispuesto.

— Gracias hermano, sé que puedo contar contigo para meterme en problemas. — Digo, colocándome la mano derecha en mi pecho.

— Para eso estamos hermano. Pero por favor. No te metas en tantas peleas. Por qué te vas a ir a Canadá y yo no voy a estar lamentablemente. — Me dice

— Lo sé, tengo que aprender. Yo nada más te doy ánimos jajaja.

— Eso es correcto — Me dice señalando me — Oye, ¿Cómo vas con Natalia?.

— Muy bien, hoy le voy a decir que me voy para Canadá. Así que le escribí para que nos veamos en un sitio para hablar mejor.

— Me parece buena idea. Me tienes que mantener al tanto de todo Alex...

— Claro hermano. Por supuesto que sí.

— Eso espero. Mira, me tengo que ir. Seguimos hablando. — Me dice, así que lo acompaño para su auto.

— Nos vemos Dyland.

Apenas iba entrando a mi casa, escucho a Dyland gritar mi nombre.

— Hey, Alex. Dile a Natalia que se porte bien contigo. — Dice desde el auto.

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Me encuentro en el buffet de comida esperando pacientemente que llegue Natalia, de verdad no sé cómo irá a reaccionar después de que le diga que me tengo que ir. Voy a ser sincero con ella.

— Hola Nati, te ves preciosa. — Le digo mientras le doy un beso en la mejilla. Me detengo a observarla y veo que tiene una sonrisa de punta a punta.

— ¡Holaa Alex!, Gracias. ¿Qué querías hablar conmigo?. — Me dice acomodándose en el asiento.

— Sí... Quería que supieras que me tengo que ir a Canadá dentro de unas semanas. Antes de irme te lo quería decir. — No la podía ni ver a los ojos

— ¿Cómo?... Co... ¿¡cómo que te vas dentro de unas semanas!?. — Me dice sorprendida

— Si y la decisión está tomada, no hay vuelta atrás. La verdad Natalia, espero que lo entiendas y sé qué, hemos salido y nunca te lo dije. Pero... A pesar de todo, no te quiero perder.

No sabía que decir lo puedo notar en su mirada, quedó impactada por todo lo que le estaba diciendo, así que veo que respira profundo y me dice.

— Sabes... Te entiendo, y sé que quieres ir para allá, así que lo comprendo. Puede ser que esto resulte. Pasemos este tiempo juntos antes de que te vayas. ¿Ok?.

— Claro, me parece una buena idea.

Estuvimos hasta tarde platicando, le conté la razón por la que me iba a Canadá. Estuvimos riéndonos y pasando una tarde muy linda. De verdad me siento tranquilo a su lado, no la quiero perder.

La acompañé hasta su casa y después me voy directo a la casa de Dyland. Por qué me acaba de mandar un mensaje de que quiere hacer algo.

— Ok, esto es lo que vamos a hacer. —  Dice Dyland colocándose los guantes de boxeo.

— De verdad esta es tu gran idea.

— Claro, yo no voy a estar, así que tienes que defenderte tú mismo.

— Está bien... Empecemos.

Nos encontramos en el patio de su casa para comenzar a hacer los ejercicios. Primero estiramos y después calentamos todas las articulaciones del cuerpo, saltamos la soga por unos diez minutos. Mientras descansamos, Dyland busca las almohadillas. Y también puse música de Rocky Balboa para motivarnos

Estuvimos entrenando hasta que se hizo la hora de ir a la academia.

— ¿Cansado? — Pregunta Dyland.

— No... Claro que no — Digo sin aliento.

— Bueno, vamos a cambiarnos para irnos a la academia. Que vamos tarde más bien. Menos mal que el entrenador de básquet cambio el horario para la mañana. Así puedo estar con ustedes.

— Claro, vamos.

El amor de Dyland #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora