Capítulo 3

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Narra Gavi:

Miro por la ventana del coche y veo que estamos llegando a la Ciutat Esportiva. Es la primera vez que vengo a ver un entrenamiento desde lo que pasó.

-¿Seguro que vas a estar bien?- me pregunta mi padre, que ya está aparcando en el parking.

-Si papá, tranquilo- apaga el coche y me bajo tras coger mi bolsa del asiento de atrás- Hasta después, ¿vienes a recogerme no?

Asiente con la cabeza y me alejo del coche para entrar dentro del campo. Camino hacia los vestuarios y abro la puerta donde están todos dentro todavía.

-Gavi- sonríe Lewandowski y se acerca a mí- ¿Cómo estás, chaval?

-Ahí voy- me da un abrazo corto- ¿Qué tal por aquí?

-Más o menos- me pasa un brazo por encima se los hombros- Ven, vamos con los demás.

Nos acercamos a todos los demás, que sonríen entusiasmados al verme y se acercan a mí para abrazarme y saludarme.

A muchos de ellos no los habia visto desde el accidente, y la verdad es que me alegro mucho de poder estar aquí y verles a todos.

Bueno, no a todos.

Por fin se olvidan un poco de mí y cada uno vuelve a lo suyo, a pesar de que no puedo entrenar todavía voy hasta mi zona y abro la taquilla para sacar mi ropa de entreno.

Giro la cabeza hacia el lado y veo ahí sus cosas, nadie las ha tocado desde que se fue. Cierro mi taquilla y me acerco para sentarme en su taburete, cierro los ojos y me quedo ahí un rato, no hago nada, simplemente estoy ahí.

-Enano- levanto la cabeza y veo a Marc delante de mí- Tenemos que salir ya, ¿vienes?

Asiento con la cabeza y me levanto para ponerme la ropa de entrenamiento. Marc sigue ahí, esperando para salir conmigo. Cuando termino cierro la taquilla y me acerco a él, que me pasa un brazo por encima de los hombros.

-¿Seguro que estás bien?- me pregunta mientras caminamos hacia fuera, yo le miro y asiento con una pequeña sonrisa triste.

-Supongo que con el tiempo se me irá olvidando.

-¿Quieres olvidarle?- me mira.

-No- respondo rápidamente- Lo que quiero es dejar de sentir esto. Olvidar lo que pasó

Me mira son cara de pena y se acerca para darme un abrazo antes de irse con los demás.

Esto resume como ha sido mi vida desde el accidente, odia que me miren con cara de pena, como si fuera un muñequito de cristal con el que hay que andar con cuidado por si se rompe.

Me siento en una de las sillas de las gradas y miro a los demás, la psicóloga me dijo que era mejor que no volviera al campo hasta dentro de una temporada pero creo sinceramente que si no volvía iba a perder por completo la cabeza.

Aunque aún no me veo capaz de jugar, ya no solo por las lesiones sino también por el sentimiento de vacío que siento.

¿Cómo es posible que la cosa que más me gustaba hacer y qué más me despejaba la mente se haya convertido en mi peor pesadilla?

Estoy un rato viendo a mis compañeros correr alrededor del campo, dar pases, jugar mini partidos, etc. Cómo me aburro un poco decido ir hasta la cafetería que hay aquí fuera para coger algo de beber, me levanto y camino hasta allí, al entrar veo como todo el mundo se gira hacia mí.

Voy hacia la barra y pido una botella de agua, rápidamente me la sirven y le doy un buen trago, y es ahí cuando veo el reloj que está colgado en la pared, las 15:30.

Joder, llego tarde al hospital. Saco unas monedas del bolsillo y las dejo encima de la barra para poder salir del bar con mi botella en la mano.

Vuelvo dentro todo lo rápido que puedo caminar y busco a Xavi, cuando lo veo me acerco rápidamente a él.

-Míster, tengo que irme, llego tarde a una cita en el médico- me da un golpecito en el brazo y asiente con la cabeza- Diles a los demás que he tenido que irme y que estoy bien.

-Yo les aviso- sonríe- Vete anda.

Asiento con la cabeza y salgo del campo mientras saco el móvil y aviso a mi padre para que venga rápido a buscarme.

Poco después le veo aparecer y subo en el coche.

-¿Cómo ha ido?- me pregunta por el camino.

-Bien, se han alegrado todos de verme.

-¿Y tú? ¿Tú estás bien?- me mira un momento.

Me lo pienso un momento, ¿estoy bien? No lo sé ni yo mismo.

-Sí- respondo simplemente y la verdad es que no sé si he dicho la verdad o no. Llevo 3 meses viviendo en un limbo y no siquiera sé cómo me siento.

-¿Le echas de menos?- me pregunta tras un pequeño silencio.

-Papá- suspiro y me apoyo en la ventana- Para comerme la cabeza ya tengo al psicólogo.

Nos pasamos el resto del camino en silencio hasta que llegamos al hospital, me bajo del coche y me despido de mi padre antes de entrar dentro.

-Perdona el retraso- le tiendo mi tarjeta sanitaria al recepcionista para que pueda mirarme la cita y dejarme pasar.

-Tranquilo, tu médica aún está ocupada con otra persona así que el que tiene que esperar eres tú.

Joder. Si lo sé no vengo.

Me devuelve la tarjeta y me guía hasta la sala de espera, donde me siento en una silla, bastante incómoda la verdad.

Veo bastante revuelvo hoy, hay médicos yendo de un lado para otro, no sé qué habrá pasado.

Saco mi móvil con intención de mandarle un mensaje a Pedri, entro en su contacto y empiezo a escribir, y ahí es cuando me cae un jarrón de agua fría por encima.

Borro lo que estaba escribiendo y guardo el móvil con rabia, cierro los ojos con fuerza y apoyo los codos sobre las rodillas para poder esconder la cara entre mis manos.

Es la primera vez que me pasa esto, no sé ni porque lo he hecho, supongo que es la costumbre.

Noto como alguien se acerca y supongo que será mi psicóloga, pero cuando levanto la cara no la veo a ella, sino a la chica que se acercó a mí el otro día en recepción.

-Hola- se acerca un poco más- ¿Estás bien?

Ahí es cuando noto las mejillas algo mojadas y rápidamente me limpio.

-Sí- cruzo los brazos y veo como se sienta en la silla de al lado.

-Puedes contarme lo que te pase, soy buena escuchando.

-Pero si no te conozco de nada- la miro y por primera vez me fijo más en ella. Es morena y con el pelo ondulado, tiene los ojos azules y un montón de pecas repartidas por la cara. Vale, es guapa, muy guapa.

-A veces eso es incluso mejor- sonríe un poco y yo me quedo mirandola.

-No es nada- respondo- Mi vida en general.

-¿Eres futbolista no?- la miro- Me he documentado.

Sonrío un poco de lado.

-Vamos que me has espiado- noto como enrojece un poco.

-No, solo tenía un poco de curiosidad- niego con la cabeza.

-¿Y ya has calmado esa curiosidad?

-Mmm...no, eres bastante misterioso- levanto las cejas- A ver...

-Gavi- escucho una voz y me giro para ver a mi psicóloga- Ya puedes pasar, perdona el retraso.

Asiento con la cabeza y me levanto.

-Si encuentras alguna información más sobre mí ya me la comentarás- le digo a la chica—no sé cómo se llama, por cierto— y camino detrás de Carolina, mi psicóloga.









Mi destino || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora