Capítulo 13

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Narra Gavi:

Camino de la mano de Léa como si estuviera dentro de una burbuja, como un robot que no siente nada. Aunque mi problema no es ese, mi problema es sentir demasiado y no saber controlar esos sentimientos. 

Hace exactamente 3 meses y 4 días que perdí a mi mejor amigo, mi hermano, la persona que sé que me iba a acompañar el resto de mis días, pero ahora no puede hacerlo. Y eso me destroza.

No sólo me duele por lo que era, si no por lo que podría haber llegado a ser. Era una de las mejores personas que he conocido en mi vida, por no decir la mejor, tenía 20 años y un futuro muy prometedor por delante. Y pensar que ahora no podrá demostrar nada de eso me mata.

-Voy a llamar a un taxi y te acompaño hasta casa- escucho la voz de Léa, la cual me hace despertar de mi trance de pensamientos.

-¿Podrías quedarte a dormir conmigo?- le pregunto casi sin pensar, ahora mismo me da igual absolutamente todo, sólo sé que la necesito más que nunca- Por favor.

Léa me mira y noto como duda antes de hablar.

-Claro- me sonríe y acaricia mi mano, yo le devuelvo la sonrisa y se separa un poco de mí para sacar el móvil del bolsillo y llamar al taxista.

Yo mientras espero me quedo ahí a un lado mirándola, y me pregunto a mi mismo que es lo que habré hecho tan bien en otra vida como para tenerla aquí conmigo a pesar de toda la mierda que arrastro. Veo como me mira mientras espera a que le contesten y me sonríe, y yo en ese momento noto una gran avalancha de sentimientos confusos e incontrolables hinchando mi pecho.

Aparto la mirada y trago saliva. Es la primera vez que siento miedo real ante estos sentimientos.

-Ahora viene- escucho como se acerca a mí- ¿Estás bien?

Yo la miro y asiento con la cabeza con una sonrisa medio torcida, me mira con tristeza pero decide no decir nada más y simplemente vuelve a acercar su mano a la mía pero sin llegar a dármela, esperando a que yo acepte el contacto. Yo rápidamente envuelvo su mano entre la mía y la aprieto con fuerza. Y nos quedamos así hasta que llega el taxi, juntos, sin decir nada y a la vez diciendo de todo.

Rápidamente llega y nos subimos,  el taxista intenta darnos un poco de conversación pero al ver que no estamos muy por la labor se calla y sube el volumen de la música.

Al llegar delante de mi casa le pagamos y bajamos. Léa se despide de él mientras yo me doy la vuelta y me quedo mirando la valla de la entrada.

Todavía recuerdo la primera vez que Pedri vino a mi casa, ese día salimos pronto del entrenamiento y decidimos venir aquí para jugar a la play. Cómo no, me gano.

-Pablo- escucho a Léa llamarme y me giro para mirarla- ¿Vamos?

Asiento con la cabeza y le agarro la mano para sacar la llave, abrir la valla y entrar dentro del pequeño campito que hay alrededor de la casa.

-Tu casa es gigante- escucho a Léa hablar detrás de mí- No sabía que vivías con tu hermana...he hablado un poco con ella, es muy amable.

Sé que está intentando sacar conversación de alguna forma, y ese simple detalle hace que se me encoge el pecho.

-Vino después del accidente, no quería que estuviera solo- sonrío un poco de lado- Es la mejor.

La miro y veo como asiente con la cabeza, se coloca a mi lado y me agarra la mano.

-¿Vamos?- pregunta mirándome y yo camino hacia delante.

Vamos hasta la puerta y busco las llaves en el bolsillo del pantalón, pero antes de que me dé tiempo a sacarlas escucho como se abre la puerta, levanto la cabeza y veo a mi hermana, la cual tiene los ojos rojos e hinchados.

Mi destino || Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora