— ¡Chikis, adivinen qué día es hoy! —el de trenzas entró sonriente a la sala, deteniéndose al lado de la televisión. En su mano estaba un sobre manila, que agitaba como un niño presumiendo su nuevo juguete.
Sus dos amigos, Georg y Gustav, lo miraron de reojo, sin hacerle mucho caso por estar concentrados en la pantalla del juego. No es que no les agradase el chico, pero a veces se preguntaban si tendría algún tipo de retraso.
Era sábado por la tarde, los tres amigos se habían reunido en casa de Tom para jugar a la PS4 mientras comían botana, escuchaban buena música y tomaban una que otra cerveza helada. Todo muy hogareño y casual.
Quizá luego irían alguna fiesta a tomar como albañiles y drogarse hasta morir de un paro cardíaco. Ya los había arrestado un par de veces, pero nada daba más miedo que ver a tu ligue de una noche buscar tu condón en la basura. Desde aquella ocasión con la loca qué quería auto preñarse, Tom aprendió a lanzar sus preservativos por la ventana. Y por eso mismo, Gustav había aprendido a no estar cerca de ventanas en las fiestas.
Pero bueno, como decía, por ahora estaba todo tranquilo.
— ¿Qué pasó, hermanos? Mínimo finjan ponerme atención. Soy fácil de engañar, no les costaría mucho si lo intentarán. —se quejó, sonando vacilón y buscando robarles alguna sonrisa.
— Sácate que estorbas. —Georg agitó su mano, como si de un perro molesto se tratara.
Tom era un chico relajado y coqueto, parecía estar fumado todo el tiempo. Pero algo que especialmente le pinchaba los huevos, era que lo ignoren. Cada cualidad buena qué tenía iba acompañada de un grado más alto de egocentrismo.
Solo hizo faltar un leve golpe al enchufe con el pie para que la consola se desconectara. Al segundo, la televisión cambió a un anuncio de «sin señal».
— ¡Puta madre Tom, iba a ganar! —Georg se levantó de golpe indignado, alzando el control con la mano.
— ¿Cuál ganar? Gustav te estaba violando. —rodó los ojos burlesco, encaminándose hasta el sillón, dónde se dejó caer en medio de ambos. — ¿Si saben que día es o qué? — sonrío orgulloso, volviendo a sacudir su sobre.
Los dos chicos se miraron por un segundo con aburrimiento, algo suplicantes. Era como si se dijeran: "pregúntale tú, no seas maricón".
— Ni idea. —Gustav jaló el recipiente de dulces hasta él, deslizándose en el sofá y evadiendo la mirada de Georg.
Tom frunció el ceño indignado, era pendejo pero no idiota. Georg suspiró, sabiendo que le tocaba a él soportar al menor de los tres.
— ¿Día de pago? —le preguntó, viendo como el de trenzas africanas sonreía grande.
— €3000 en la bolsa, nene. —lanzó con confianza el sobre a la mesa.
— Genial, ¿te pones hoy las cervezas, hermano?
— Uy, pero con todos los gastos que tengo no me va a alcanzar para comer este mes. —no tardó ni dos segundos en volver a agarrar el sobre y guárdalo dentro del bolsillo de su chaqueta.
Plata era plata, y Tom el mayor tacaño qué habían conocido.
— ¿€3000? La vieja esa sí que te disparó el sueldo.
— ¿Por qué será? —comentó por lo bajo Gustav, para seguidamente darle un mordisco a su galleta.
Tom desvió la vista, algo avergonzado y asqueado a la vez. Georg se quedó un segundo analizando su actuar, entendiendo de inmediato.
— ¿Te estás cogiendo a tu jefa? ¡Tiene como cincuenta! ¡Literalmente su hijo va conmigo a la uni! —Georg criticó entre risas. Era denigrante pero también chistoso.
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Devil Eyes [Toll]
FanfictionCuando los gemelos Kaulitz tenían tan solo cuatro años de edad, el menor de los dos desapareció. Quince años después, Tom por fin logra encontrarlo; sin embargo, lo que parece ser un emotivo reencuentro poco a poco se transforma en algo más caótico...