Capítulo 12

700 64 115
                                    

Lo miré a los ojos, esperando a que aquellas palabras salieran de su boca:

— Chupa.

Sonreí ante su tono ronco, lanzándome con ansias de probar aquello. Lo introduje entero en mi boca, usando mi lengua para jugar con su prepucio. Podía notar como su pene iba poco a poco creciendo y poniéndose más duro dentro mío.

Sentí sus manos tomar mi cabeza, forzándome a darle una violenta follada de garganta. Aguanté las arcadas, echando mi cabeza hacia atrás cuando me soltó. Respiré agitado, contemplando su pene. El prepucio estaba retraído, a la vista un glande cubierto por saliva y precum. Tom me miraba orgulloso de sí mismo, burlándose de mi posición. Dejaba de ser un caballero cuando de sexo se trataba. Era brusco, parecía insaciable. Eso me gustaba.

— No te contengas, Billy, sigue chupando, no te voy a quitar tu paleta. —acomodó mi cabello, mofándose con esa sonrisa llena de picardía.

Tan solo tres días habían pasado desde que este juego inició, en este tiempo descubrí que a Tom le encantaba follarse mi boca. Solía pedirme que lo mirase a los ojos al hacerlo, eso lo calentaba como el infierno.

Iba pasando mi lengua por sus testículos. Luego, me los metí uno a uno en la boca, jugando con la lengua y tirando suavemente de ellos. Tom se pajeaba subiendo y bajándose el prepucio. Su rostro mostraba una expresión de vicio total.

Una vez más, volvió a cogerse mi boca con esa ardiente desesperación. La velocidad aumentó con cada estocada. Por experiencia sabía que en cualquier momento notaría su leche inundar mi garganta; sin embargo, cuando su respiración empezó a entrecortarse, acercándose cada vez más al orgasmo... Tom me la sacó de la boca.

Lo observé confundido, sin saber si iba a correrse o no. Tom estaba apretando el abdomen todo lo que podía, buscando contenerse. De repente, su pene dio un bote, disparando precum de a poco. Seguí esperando, pero no salió más que eso.

— ¿Qué haces? —pregunté.

Él rio, seguía agitado. Con su mano acarició mi rostro con delicadeza.

— Casi haces que me corra.

— ¿Y por qué no lo hiciste? —reclamé, él puso un rostro sorprendido y luego río con fuerza.

— ¿Acaso quieres ir a la escuela con manchas de semen en la ropa?

Mierda, lo había olvidado. Me sentí avergonzado y me puse de pie acomodándome la ropa. Ya estaba cambiado para la escuela, entraba en menos de 10 minutos. Aunque se suponía que deberíamos estar de camino, decidimos jugar un poco antes. No nos veríamos hasta las cinco, así que en verdad lo necesitábamos. Desde que empezamos con esto, prácticamente nos habíamos convertido en adictos.

Tom también se puso de pie, acercándose para apresarme en un abrazo como un oso cariñoso.

— No te enojes, luego te lo podrás tomar todo, ¿sí? —se apegó a mi rostro, estaba burlándose el muy pendejo.

— ¡Cállate un rato, Tom! —lo intenté empujar, pero era difícil.

Me abrazó por la cintura, seguía siendo más alto que él, así que podía alejar mi rostro del suyo. Tom río por eso, reía mucho el idiota. Tomó mi mentón, y me guio a un beso profundo. Nuestros choques eran húmedos y largos, siempre liderados por él. Su otra mano bajaba y subía por mi cintura, como si buscara aprenderse la forma de mi cuerpo. Sabía que yo le encantaba.

— ¡Mierda! —se apartó abruptamente de mí, alzando los brazos y mirando hacia abajo.

Su pantalón se había manchado justo en la parte de la entrepierna. No había sido capaz de contenerse al besarme. Al inicio observé, sorprendió, pero luego fue imposible no reírme. Él pidió que no lo haga por vergüenza, pero eso solo hacía mejor la situación.

Devil Eyes [Toll]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora