Capítulo 11

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Parado frente al espejo, observando su reflejo con interés. Llevaba unos botines altos que lo hacían crecer como 5 centímetros. Unas medias negras con franjas rojas y un chaleco de calaveras negras. Decoró con un choker y unos anillos, sus uñas ya estaban pintadas para la ocasión. Negras con un acabado en blanco. El maquillaje estaba listo también, un ahumado con brillos al final. Lo que se robaba toda la atención era sin duda la falda larga escocesa que decidió usar.

No quería ir a la escuela, mas le gustaba crear atuendos para ella. Deseaba experimentar con la ropa, su estilo seguro era los pantalones ajustados y las camisetas negras, pero había mucho más que eso. Le gustaba el resultado, combinaba a la perfección. Su cabello no le convencía del todo, lo quería con más... volumen, con más estilo. Quizá unas mechas rubias no le irían mal.

— ¡Bill, vas a llegar tarde! —Tom gritaba desde la cocina, terminando de guardar comida en los tapers.

Estaría allí de 7 am a 5 pm, así que le guardó el almuerzo y tres meriendas. Tom no sabía cocinar, menos con presión, encargó todo a domicilio. De paso se pidió algo para él también. Le ponía nervioso tener que enviar al chico solo a un lugar nuevo, más no había nada que pudiese hacer.

El azabache bajó las escaleras haciendo sonar sus tacones con cada paso, le gustaba ese ruido. Tom cerró las tapas antes de voltear a verlo. Se sorprendió un poco, era algo distinto a lo que pensó que se pondría. Y a la vez, se sentía como algo que el excéntrico menor usaría. La falda lo llamó, pero fueron los tacones quienes se llevaron todo. Si de por sí ya era uno o dos centímetros más alto que Tom, con esos tacones se veía de 1.90 y pico.

Delgado y alto, como una bonita mantis religiosa.

— ¿Qué opinas?

Por su puesto era algo que el mayor de los gemelos jamás utilizaría, pero eso no significaba que no le gustara como se veía en el otro. Tom siempre creyó que él se vestía peculiar, sin duda su hermano era un caso incluso más extremo. En él, las cosas raras se veían bien. Jamás podría criticar a su hermano.

— Estás muy bueno, la ropa me refiero.

Bill arqueó una ceja sin entender. No era el mejor en comunicación, pero esa oración no tenía sentido.

— Ligas muy raro.

Tom no pudo evitar reír al verse descubierto.

— ¿Te puedo pedir un favor? Agáchate un poco al caminar a mi lado o pensarán qué soy tu hijo. —bromeó.

Los gemelos tomaron lugar en el comedor para desayunar. Tom llevó la comida a la mesa, y atendió al chico mientras conversaban. Le explicó un poco de lo horrible que era el colegio, pero que era útil, así que debía esforzarse. A Bill no le interesaba nada de eso, solo quería evitar volver al estúpido refugio. En un momento de la conversación, Tom puso sobre la mesa una bolsa de regalo pequeña. Se la entregó al menor, pidiéndole qué lo abra.

— ¿Un celular? —sostuvo la caja en una mano, dejando la bolsa sobre la mesa.

— Vamos a estar separados un tiempo, así que necesito que lo tengas para que sepa que estás bien. —sonrió— Además, ya llenaste el mío con vídeos de monos y mi playlist con Britney Spears.

Bill lo sacó del empaque, curioseando. Lo prendió, la sesión ya estaba activa y tenía las mismas aplicaciones que el teléfono de su hermano. Tom lo había configurado antes de entregárselo, para que no tenga que perder tiempo descargando y registrándose. Había guardado también los números del dúo G y el suyo.

El menor agradeció el obsequio, al menos ya no se aburriría en clase.

Al acabar de desayunar, Bill tomó la maleta y subió al auto. Tom condujo, iba más lento de lo normal, como si no quisiera llegar jamás. La vio a lo lejos, era un edificio grande de reconocible estilo arquitectónico.

Devil Eyes [Toll]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora