Capítulo 12

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Perspectiva de Egan

Canción: Locked out of Heaven, Bruno Mars.


          Despierto al sentir que algo se remueve a mi lado y gruño molesto para que cese el movimiento, me siento muy cómodo y no quiero levantar. Todos los tragos que bebí la noche anterior se me vienen encima y un punzante dolor me taladra la cabeza.

          Nuevamente algo se retuerce entre mis brazos y abro mis ojos. Veo el cabello de Marina y su cuerpo entrelazado junto al mío.

         —¿Vas a alguna parte pequeña? — pregunto abrazándola con fuerza. 

          Estoy profundamente feliz de tenerla entre mis brazos.

          —Déjame en paz animal. Tengo que ir a orinar —dice a la vez que jala de mí para liberarse.

         —Vale, vale. — Permito que se levante.

         Veo su espalda desnuda y como sus rizos caen con gracia sobre esta. Se queja al sentarse, para luego curvarse un poco y recoger una toalla del piso. Con dificultad se levanta y la enrolla sobre su cuerpo. Camina casi cojeando, soltando algunos pequeños quejidos.

          Miro el lugar donde Marina estuvo durmiendo y noto una mancha de sangre. Poco a poco comienzo a recordar los detalles de la noche anterior y un pesar se instala sobre mi pecho al revivir sus ojos suplicantes y con lágrimas.

          No es que me sienta mal por hacerle pagar todo lo que me debía, pero no quería ser un completo desgraciado con ella, no quería que presenciara la ira del demonio en mi interior, pero me fue imposible contenerlo.

         «Bueno ahora es mía, complemente mía»

          Cierro mis ojos y mis manos vuelven a recorrer sus curvas, mis labios vuelven a saborearla y mis oídos se deleitan con de sus gemidos.

         « Joder...» Me siento realmente excitado.

          Tuvo suerte que me contuviera. No quería herirla, no realmente.

         —Aauu, mierda —reclama Marina desde el baño.

          Rápidamente me levanto y voy hacia la puerta, que se encuentra descuadrada. Recuerdo que ayer le lance un fuerte golpe y por eso hoy no cierra.

         —¿Qué te ocurre? —pregunto preocupado, entrando en el baño y viendo a Marina sentada sobre el inodoro.

         Su cara toma todos los colores posibles, juro que hasta sus orejas se tiñen de rojo.

         —¡SALE! ¡IDIOTA! —grita.

          —Está bien, me quedo afuera— asiento saliendo del baño y quedándome de espaldas a la puerta.

         La escucho orinar, intentando contener un quejido.

          —¿Estás bien? — pregunto aun de espaldas.

          —¿Si estoy bien? ¿de verdad te importa? ¡Pues claro que NO! ¡Recuerda que ayer fuiste un imbécil, me duele todo, todo! y para colmo ahora me duele al orinar. No estoy bien y todo esto es tu culpa— grita furiosa.

          No puedo evitar sonreír antes sus reclamos, pero luego me carcome el peso de la conciencia. Quizás debí hacer las cosas de una forma diferente, pero de verdad intenté controlarme, lo hice despacio y esperé que tuviera dos orgasmos antes de penetrarla. Ni siquiera me hundí por completo en ella. No entiendo por qué le dolió tanto.

El Demonio que OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora