Capítulo 17

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Perspectiva de Marina

Canción: Rise, Katy Perry.


          Tiemblo bajo el saco de Egan. Nos encontramos fuera de la mansión y el frío viento azota mi cuerpo. Adentro, junto a toda la gente bailando había entrado en calor, pero aquí fuera me estoy congelando.

          Muevo mis pies con fastidio mientras lo observo conversar con esa odiosa chica, Samantha. Recuerdo su cara cuando le arrojé el trago encima y una sonrisa de satisfacción se dibuja en mi rostro.

          «Te lo tenías bien merecido»

          Soplo mis manos y las froto antes de resguardarlas en los bolsillos de la chaqueta.

          «¿Qué es esto?» me pregunto cuando me topo con un objeto en el fondo.

          Al sacar mi mano, averiguo que se tratan de las llaves del coche que tengo a solo unos metros de mí, aun estacionado frente a la mansión. Inmediatamente pasa ante mis ojos el momento preciso cuando Egan guardó el aparato guía de la tobillera en el bolsillo interno la chaqueta. Respiro profundamente, intentando conservar la calma para no alertar a nadie y lentamente llevo mi mano hasta ese lugar, donde palpo el aparato.

          «Dios, lo tengo. Realmente lo tengo»

          Mi corazón empieza a acelerarse al saber que tengo una gran oportunidad de escape. Quizás la mejor que he tenido hasta ahora. 

           Alzo mi cabeza y los hombres de Egan nos rodean. Sé que si corro ellos me atraparían antes que ponga en marcha el coche, pero como si algún ángel me estuviera escuchando, los hombres se distraen y se acercan a Egan. Lo tomo como una señal y corro hacia el vehículo. Me monto en este, ajusto el asiento y enciendo el motor, pisando el acelerador a fondo. No miro atrás, solo me concentro en las puertas de salida la mansión. Al traspasarlas, giro a la derecha y solo conduzco.

          «Mierda Marina, ¿cuál es el plan?», me pregunto a mí misma muy nerviosa.

          Egan tiene el control total en el país, no tengo a donde ir. Esto me pasa por ser impulsiva y actuar sin pensar. Chequeo la pantalla del vehículo, la cual me muestra las distintas calles y me concentro en idear un plan.

          «Quizás si logro llegar hasta la frontera me puedan ayudar».

          Obviamente tengo que conducir en dirección a España, no puedo volver a Alcander con el traidor de Martín.

           Sin analizarlo mucho me coloco en marcha hacia lo que creo que es la frontera con España. Ingreso en la autopista y piso más fuerte el acelerador. Nunca había conducido un auto con esta potencia, basta con que recargue levemente mi pie y el auto sale disparado.

          Unas luces altas en el espejo retrovisor llaman mi atención y provocan que entrecierre mis ojos. Ajusto el espejo para mi estatura y distingo la enorme camioneta de los hombres de Egan a solo unos metros de distancia. Al lado de esta la sigue otra similar.

          «No, no, no»

          Sé que es él. Mi cuerpo entero se encoge y mi corazón se enfría. Siento terror, verdadero terror. Pensé que sacaría más ventaja antes de que pudiera alcanzarme. Las lágrimas empiezan a caer por mis mejillas mientras acelero sin contenerme. Esquivo los coches a mi paso, casi rozando algunos, mis manos y piernas tiemblan y apenas soy capaz de controlar esta máquina. El tablero muestra que casi alcanzo los 200 km/hr.

El Demonio que OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora