Capítulo 25

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Perspectiva de Egan

Canción: Jealous, Nick Jonas.


          Definitivamente esta es la mejor forma de dormir, sintiendo el tibio cuerpo de Marina junto al mío. Despierto con sus brazos y piernas envolviéndome y aprovecho su cercanía para detallar su rostro con detenimiento. Adoro sus labios, rosados y carnosos, que ruegan que los muerda.

          «Jodido pajarito... como te deseo...»

          Sin poder contenerme, acerco mis dedos a sus labios y les doy un pequeño roce. Solo eso bastó para que abra sus ojos y me empuje lejos de su cuerpo.

          —Aggr —me quejo al sentir una leve molestia en mi hombro.

          —Lo siento, no quería hacer eso. Me asustaste — dice avergonzada —. Mierda. —Se lleva una mano a la cabeza.

           —¿Resaca? — pregunto encarnando una ceja.

          —Por desgracia sí. ¿Qué hora es? — Frota sus ojos de forma muy tierna. 

          —Es temprano, recién son nueve de la mañana.

          —Bien, entonces iré a prepararles el desayuno.

          Se incorpora y mis ojos van directamente hacia sus piernas descubiertas. Solo lleva puesta una de mis camisetas.

          —No es necesario, Ana lo preparará — informo aun en la cama, moviendo el hombro para liberar la tensión de los puntos.

          —Sí es necesario, ayer los tres me salvaron. Lo menos que puedo hacer es prepararles el desayuno como agradecimiento— dice saliendo del baño con el rostro lavado y el cabello recogido en una coleta alta.

          Entra en mi armario y se viste con un pantalón de algodón.

          —Me encanta como te ves con mi ropa —digo mirándola con una sonrisa en el rostro.

          No es mentira, realmente me gusta como se ve con mis cosas.

          —Aunque te ves mejor sin nada —agrego con malicia.

          Sus mejillas se tiñen de rosado y desvía la mirada.

          —Permanece en la cama. Te subiré el desayuno.

          Se apresura en salir de la habitación avergonzada. 

          «No siempre podrás huir pequeña» .

          Me vuelvo a estirar sobre las sábanas antes levantarme. Tomo una ducha rápida y cuando ya estoy listo, bajo a la cocina.

          Al entrar encuentro a Marina y a Ana preparando panqueques.

          —¡Heey! ¿Qué te dije? Tú estás con reposo, vuelve a la cama—reclama Marina. 

          —Estoy bien, solo fue un rasguño— afirmo sentándome en uno de los taburetes del mesón —. Buenos días Ana.

          —Buen día señor — responde sirviéndome un café.

          —No fue solo un rasguño y tú no puedes beber café. — Me quita la taza de las manos—. Ten, bebe esto. —Extiende un vaso con jugo de naranja recién exprimido.

          —¿Seguirás actuando como mi enfermera? —pregunto bebiendo el jugo.

          —Claro y ahora llevaré el desayuno a mis otros pacientes. — Comienza a colocar los panqueques sobre una bandeja.

El Demonio que OdioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora