UHDPP_ChanBaek

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ChanYeol estaba más que harto de esa molesta y latosa YooNa Byun que no hacía otra cosa que ponerle trabas en su camino a cada paso que daba para conseguir conquistar a su sobrino. Entre esa chiflada mujer que le exigía alejarse de BaekHyun y el molesto perro que se creía su protector, eran pocas las oportunidades que tenía de acercarse a su irritable gatito, aunque aprovechaba al máximo cada una de ellas. Cuando atendió la llamada de la exigente tía de BaekHyun, que esta vez requería resultados acerca de la búsqueda de la casa de Henry, ChanYeol no se lo pensó dos veces a la hora de convencer a su cuñado de que él sería el hombre idóneo para mostrar las casas que JongIn y su padre vendían. JongIn aceptó entregarle las llaves de las propiedades que había reformado sin pensárselo dos veces, quizá porque estaba impaciente por escuchar más de esos jugosos chismes que últimamente circulaban por el pueblo. Su padre, el socio mayoritario, fue, no obstante, un poco más difícil de convencer y ChanYeol tuvo que utilizar todas sus armas para conseguir esas llaves, incluido el juego sucio en el que era experto desde pequeño.

—¡Papá, venga ya! ¿Qué trabajo te cuesta darme las llaves de tus propiedades? Después de todo, BaekHyun ha venido expresamente a comprar una de tus casas, y vender una no puede ser tan difícil —se quejó ChanYeol mientras perseguía a su padre incansablemente por todas las habitaciones de su casa rogándole una oportunidad.

—¿Ves? Por eso no te voy a dar esas llaves: ¡serías un pésimo vendedor! ¡Eres demasiado despreocupado!

—Papá, ¡tus casas se venden solas! Conque me aprenda alguna que otra característica y se la diga al azar, tendré la venta asegurada. Además, es por la felicidad de tu hijo pequeño... No sabes lo que me está costando pasar algún tiempo a solas con ese doncel: ¡entre las cotillas del pueblo, sus pretendientes, tía YooNa y el baboso de Henry, no dispongo ni de un mísero minuto de su tiempo!

—¡ChanYeol, no vas a utilizar mis negocios como excusa para conseguir una de tus conquistas! —lo reprendió severamente TaeJoon Park, sintiéndose ofendido con el comportamiento infantil de su crecido hijo.

—¡No es una más, papá! ¡Es ese chico! —señaló ChanYeol, recordando la conversación que una vez tuvo con su padre sobre el doncel ideal.

—¡Oh! ¡No me digas que mi Chan al fin ha encontrado el amor! ¡Ven, siéntate y cuéntamelo todo sobre ese doncel! —le pidió alegremente TaeJoon mientras se dirigía hacia el banco del porche con una fría cerveza para cada uno—. Seguro que es un joven fantástico si ha conseguido finalmente llamar tu atención. ¿Es tan dulce y amable como tú querías cuando eras pequeño? Dime, ChanYeol, ¿cómo es el?

—Bueno, BaekHyun tiene muy buenas cualidades... —comenzó a decir ChanYeol tomando asiento junto a su progenitor—. Aunque ahora mismo no recuerdo ninguna. Es un doncel un tanto arisca que no sé cómo domar, pero me divierto mucho intentándolo. Tiene la mala costumbre de alardear de su dinero cuando alguien lo molesta demasiado, y con unas pocas palabras puede conseguir que uno quede como un idiota en unos segundos. De hecho, a su lado quedo como un estúpido la mayor parte del tiempo. Y tiene ese defecto tan desquiciante que siempre odié en las personas, ese «ya te lo dije» que pende siempre de su mirada cuando cometo algún error que, según el, es inadmisible. Y... —A mitad de su discurso, ChanYeol observó el rostro lleno de satisfacción de su padre, que lo contemplaba con una gran sonrisa, y supo que en esos instantes se estaba regodeando en su victoria. ChanYeol se pasó una de las manos por sus cabellos, frustrado, y finalmente se rindió a lo inevitable. —Vale, papá, tenías razón: me he ido a enamorar de un doncel que no es ni dulce ni cariñoso. Pero tú ya sabías que eso llegaría a pasar, ¿verdad? —preguntó ChanYeol, molesto con esa sonrisita que su padre no borraba de su rostro.

—Conociendo tu carácter y lo parecido que eres a mí, no lo dudé ni por un momento.

—¡Pues podrías haberme advertido de que enamorarme era jodidamente complicado y que el se digne a corresponderme, aún más!