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Cuando por fin convenció a Minho de que se encontraba bien y que podía irse a casa mientras que él se quedaría en la escuela preparando la clase del día siguiente, Jeongin estuvo media hora mirando al vacío. Tenía los ejercicios que había mandado la semana anterior listos para corregir frente a él, el bolígrafo rojo destapado y la botella de agua fría a su izquierda; pero realmente no estaba centrado en ello.

Sólo podía pensar en lo que había estado sucediendo desde la semana pasada, desde el supuesto cambio (que él seguía sin advertir) en su aroma, los vómitos que achacaba al fuerte olor de las especias y el hecho de que no parara de olvidar cosas, como si su cerebro nadara en una espesura repentina. Además, desde que los vómitos empezaron a hacerse frecuentes había empezado a necesitar aún más (¡sí, porque eso era posible!) la cercanía de Minho.

Quería estar entre sus brazos todo el tiempo, que le acariciara la espalda mientras dormía, que le dijera lo mucho que lo amaba; quería que lo besara con lentitud y que le hiciera el amor. Quería que Minho hundiera sus colmillos en la marca otra vez, e incluso su omega y él lloriqueaban cuando el alfa se iba a casa, pero tampoco quería pedirle que se quedara porque sabía que Minho no se concentraba si no trabajaba en la pequeña habitación de estudio de su hogar. Estaba hecho un lío con tantos cambios al mismo tiempo, sus nervios estaban a flor de piel y sólo le quedaba esperar que su alfa no pudiera percibirlo a través del lazo.

Y es que Jeongin tenía una teoría que explicaría a la perfección todo, pero se negaba a prestarle atención. Era más fácil creer que sus náuseas eran "algo psicológico" desencadenado por volver a oler las especias que olió durante la limpieza del vómito (una teoría de Seungmin) o que su aroma era más dulce porque celo se iba a adelantar y Minho lo percibía porque era su alfa, el único del que Jeongin quería ayuda con su calor. Incluso compraría la teoría de Felix sobre el alienígena parásito. Pero no pensaba detenerse a pensar ni por un segundo que estuviera en espera, porque sería demasiado loco como para ser cierto y Jeongin no volvería a hacerse ilusiones que le romperían el corazón.

Minho y él habían intentado tener cachorros pocos meses después de enlazarse, cuando ya habían cumplido siete años de noviazgo.

Habían empezado bromeando un par de veces sobre no usar protección, y después de un par de conversaciones largas y de mucha reflexión habían llegado a la conclusión de que querían tener su propia familia, sin importar el tiempo que llevaran unidos oficialmente. Así que pasaron los dos años siguientes esperando por su bebé, esperando obtener un 'positivo' y ver el cuerpo del omega transformarse en el primer hogar de su tesoro. Bromeaban diciendo que tendría los ojos de Minho y la nariz de Jeongin; discutían entre risas si se llamaría Haneul o Jiwon. Pero pasaban los días, las semanas y los meses y su cachorrito nunca llegaba.

Era frustrante, pero sabían que llevaría tiempo y por ello sólo acudieron a un especialista cuando realmente sintieron que no aguantarían más. Por aquel entonces, ya lo habían intentado por casi tres años enteros y el doctor accedió a realizar pruebas, pero de nuevo no pasó nada. No hubo ningún factor que indicara que biológicamente estuvieran incapacitados para tener hijos, y según el especialista Jeongin ya debería estar en espera desde hace meses de acuerdo a los resultados de los análisis. Profundizando en otros tipos de investigación, el único veredicto que pudieron obtener fue igual de desolador que las constantes pruebas de embarazo negativas que veían.

Si bien biológicamente no había problemas de compatibilidad, puede que el alfa de Minho y el omega de Jeongin no conectaran del todo o no fueran lo suficiente el uno para el otro y que esa podría ser la razón por la que no concebían. Era una mera teoría, y el propio doctor esperaba que fuera errónea porque de ser cierta no sólo dificultaría que Jeongin quedara encinta sino que también podría dar lugar a problemas durante la gestación, entre los que se incluía el riesgo de aborto espontáneo.

Esto fue un balde de agua fría para los dos, que dolidos y temerosos de que algo pudiera pasarle a su bebé volvieron a tener una conversación larga y a dejarse un tiempo para reflexionar. Finalmente Jeongin había retomado el consumo de anticonceptivos y Minho había vuelto a ponerse condón.

Desde el tiempo que siguió a esa conversación a esta parte ninguno de los dos había retomado el tema, ni siquiera habían vuelto a pronunciar la palabra 'cachorro'. Todas las cosas que habían estado haciendo, como jugar a sugerir nombres para su pequeño o adivinar qué rasgos físicos heredaría de cada uno, quedaron sepultadas y olvidadas, asumiendo lentamente que tal vez nunca tendrían hijos, al menos no de la forma convencional.

Jeongin pensaba en el dolor y en lo impotente que se sintió, incapaz de darle un cachorrito a su alfa, y se negaba a prestar atención a la voz de su cabeza que le decía que era lo más lógico.

Aunque cuando tuvo que huir al baño a vomitar concedió que puede, y sólo puede que su inconsciente tuviera razón.

Santa told me [minjeong]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora