Santa told me [minjeong]

30

El ensayo con los niños había terminado antes del timbre de la última hora, pero el padre alfa de Terry había llamado, diciendo que tardaría en ir a recogerlo porque le había surgido un tema de trabajo. Su padre omega estaba trabajando en el hospital y ni siquiera respondió al teléfono, así que Jeongin había tranquilizado al señor Choi. Cuidarían de Terry hasta que llegara.

—Mi papá Taehyun siempre me deja poner la estrella en el árbol —presumió Terry mientras inspeccionaba la estrella dorada que habían comprado para la función—. ¿Puedo poner la estrella, profe Innie?

Jeongin sonrió. Él llevaba una caja con otros adornos para el árbol que había llevado Chan, incluida la estrella, pero se la había dado a Terry cuando este insistió en que él podía llevar la caja. Evidentemente no podría porque era más grande y Terry no vería nada si caminaba con ella, el pequeño lo entendió a la perfección y tomó como un deber sagrado cargar la estrella.

—Claro que sí —respondió—, pero con cuidado, ¿vale? No lo intentes solo.

El niño asintió enérgicamente, y estaba relatando todo lo que hizo la última Navidad cuando Jeongin empezó a sentir náuseas. Sabía que no aguantaría, así que dejó la caja en el suelo de mala manera.

—Espérame aquí, no tardo —dijo a Terry, y salió corriendo hasta el baño, que afortunadamente, no quedaba lejos.

Devolvió todo lo que había comido en el almuerzo, y tuvo que quedarse varios minutos más después de tirar de la cisterna para recuperarse.

—¿Cómo pretendes crecer si me haces vomitar todo, hm? —Riñó suavemente, abriendo el grifo para beber agua—. Mi montoncito de células.

—¿Profe Innie? —Preguntó la voz de Terry en el pasillo, y su pequeña figura apareció en el umbral, con sus deditos aferrándose a la estrella.

Jeongin le sonrió, pero su sonrisa se convirtió en preocupación cuando vio los ojos asustados y vidriosos del cachorro.

—¿Te vas a morir? —Preguntó, descolocando completamente al omega.

—¿Qué? No, claro que no —meditó un momento antes de añadir—. Claro que no mi amor, ¿por qué iba a morirme?

Lo abrazó, y los bracitos de Terry lo rodearon con fuerza, sin dejar de sostener la estrella.

—Tenía miedo —sollozó—, sonaba como un monstruo...y estaba solo...

El corazón de Jeongin se estrujó, no soportaba ver a sus alumnos llorar.

—No era un monstruo... —murmuró un poco avergonzado—, ¿quieres saber un secreto?

Los ojitos llorosos de Terry se iluminaron y asintió enérgicamente.

—Pero no se lo puedes decir a nadie, ¿vale? No puede saberlo nadie todavía.

El cachorrito asintió de nuevo.

—¡A nadie! —Susurró en tono confidente, imitando una cremallera en sus labios.

El omega rio.

—Eso es —halagó—. Nadie sabe todavía, pero voy a tener un bebé.

El niño lo miró asombrado.

—¿Y cuándo te lo dan?

Jeongin sonrió.

—Ya está aquí, vive aquí dentro —señaló su pancita—. Pero es muy, muy chiquitito aún. Tienen que pasar nueve meses para que crezca bien.

Terry se quedó en silencio, mirando el punto donde Jeongin señalaba.