Toc.. Toc... (Camren G!P)

Cambio de planes

Me tiro en mi sillón durante lo que parece una eternidad mientras miro el techo, Camila se había ido ayer en la mañana cuando vio necesario pasar rápidamente por su casa a buscar ropa para poder asistir al trabajo, aunque aún recuerdo la deliberada charla que tuvimos en la isla de mi cocina mientras nos disponíamos a comer la rica cena que había preparado.

No tengo como costumbre mucha comida en casa, es más solo tengo lo necesario para no medio morir de hambre, no quiero decir que lo de saber cocinar es una estupidez que he creado en mi cabeza, sino que no he encontrado la motivación adecuada para considerar darme un deliciosa comida mientras miro mi reflejo en las ventanas de mi de departamento, así que con solo lo necesario me obligo a permanecer el menor tiempo posible dentro de ese espacio de mi departamento.

Pero Camila en su última estadía aquí que fue para el 24 de diciembre había traído comida para un batallón de gente, sin contar la que su mamá había mandado extra y aquella que me habían hecho llevar cuando estuvimos ese día disfrutando junto a su familia. Así que cuando ella estaba buscando para preparar la cena lo encontró tan rápido que fue sorprendente, es como si ella hubiera dejado eso allí, y claramente eso se quedó allí. Yo no he comido prácticamente nada desde ese día, aunque tampoco es que me afecte.

El apetito lo tengo por el suelo y aquello debe darme un poco de asombro, pero casualmente no lo hace, pero volviendo al recuerdo de que estaba embargando mi mente de la noche anterior.

**

«-¿No has ido a trabajar hoy?- me pregunta cuando estoy dándole un bocado a la deliciosa lasaña que había deseado preparar.

No pude responder a la primera porque sentía mi sistema estar derramándose de la deliciosa bechamel y el sabor del queso en el paladar.

Negué alzando mi mirada luego de dar un sorbo al vaso de jugo que estaba posado delante de mí –Si ya me di cuenta que no fuiste pero ¿Por qué?- me volvió a preguntar mientras la veía dejar en su plato los cubiertos para mirarme fijamente a la espera de la respuesta –Te hace mal estar sola ¿Lo sabes?- claro que lo sé, pero no necesito que justamente ella me lo diga y me haga recordar mi miseria que suele acrecentarse mientras mi soledad me rodea. Mi ceño se frunce hacia su dirección y por como ablanda su mirada sabe que no debió hacer dicho aquella confesión, que es una afirmación en voz alta.

Entonces ¿Ella sabe? Claro que lo sabe, cualquiera que se rodee a mi lado lo sabe ¿Entonces lo ha pensado? Es claro que lo ha pensado, porque si lo sabe lo ha pensado. Mi ceño se frunce más en su dirección casi queriendo apuñalarla con mí mirada, siento que la comida está tomando un sabor amargo para mi gusto y eso que confieso lo estaba disfrutando.

-Lo siento- murmura tratando de tomar otro bocado de su comida, ella sabe que yo sé que ha dicho lo que no debía decir, a ella no le incumbe mi soledad, y por más que yo sé que me hace daño ella no debería estar metiéndose en donde no le dicen.

Respiro hondo y recuerdo que ella no debe estar pasando por mis arranques, que son además arranques mentales.

-Lo sé- confieso, recuerdo que un día una amiga de mi madre estuvo hablando con ella, era una psicóloga, una muy buena. Mi madre estaba pasando por un mal momento y le dijo "Si lo admites estas dando el primer paso" sé que eso entra en esto, porque al admitirlo incluso en voz alta estoy aceptando mi error y aceptarlo es dar un paso decisivo. Estoy consiente cuando doy otro bocado del lasaña tratando de encontrarle de nuevo el gusto al jamón y a la salsa que está uniéndolos.

-No debí haber dicho eso- me comenta con un cierto atisbo de culpa, una culpa que no debería tener.

-Pero lo hiciste- me encojo de hombros tratando de quitarle de una vez por todas el hierro a la situación aunque en mi mente esta mas soldada que las vigas del Empire State.