Toc... Toc...

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Toc Toc... Se escucha el sonido.


-¿Quién es?- preguntan.

-Gente de paz- respondo en el tono más cortante posible -Ábreme la puta puerta- digo viendo que aún no la abre.

-¡Que ya es navidad!- dice desbordando emoción Camila, además de llevar una sonrisa al abrir la puerta.

La miro con cara de pocos amigos, esa suele ser mi cara la mayoría del tiempo, ella no cambia la sonrisa de su rostro, al parecer nunca la varia.

-¿Que deseas Jáuregui?- pregunta aún parada en la puerta de su casa.

-Sabes que si no fuera explícitamente necesario no estaría en este lugar- digo con hastío mirando todo lo navideño que adorna su casa.

-Lo sé, pero me hace gracia que estés aquí- comenta con su risa ladeada y mira a mis manos que traigo unos papeles, los papeles por los cuales estoy parada frente a esta casa navideña.

-¿Es necesario adornar de navidad para el 15 de noviembre?- pregunto viendo la corona que adorna su puerta.

-Gusto- responde con simpleza alzando uno de sus hombros, cosa que no me sorprende.

Estiro los papeles para que los tome y me doy vuelta para continuar mi camino, escucho un leve resoplido pero aun así no me giro y continúo.



El camino es corto, no sabía que ella vivía algo cerca de mi departamento, algo cerca porque siempre lleva su tiempo de caminata.

La situación es esta, Camila es la chica perfecta de todo el lugar, no me sorprende realmente, solo que a veces me da un ligero toque de celos y a veces admiración por ser buena en casi todo.

No es que yo sea mala, no. Lo que ocurre es que resaltamos casi por igual y cuando vino tropezando hacia mi espacio diciendo que debía yo trabajar con ella, no me hizo absolutamente nada de gracia.

Yo tenía unos años más que ella en la empresa, así que estuviera cayendo en la puerta no era algo del cual estuviera muy agradecida que digamos.

Pero mi jefe Connor, es un fiel admirador de ella y de su trabajo, pero aquí entre nos, quizás yo también, pero eso era algo que ella no debía saber ni remotamente en el mundo.

Tomo el ascensor hacia el último piso, entro a mi departamento y mi pequeño Golden de hacia unas semanas de adoptado se engancha a mi pierna. Lo tomo en brazos y lo comienzo acariciar como había estado haciendo cada vez que estaba a su lado, era inminentemente atrayente.

Mi departamento es un lugar algo frío, y no solo hablo del hecho de la temperatura, sino que la navidad para mí no es una de las épocas del año que deseo que llegue, en las fechas que la sociedad considera "Importante" para mí, como tal, es un mero trámite, incluso el de mi cumpleaños suelo librarlo, protocolo del trabajo, y realmente solo lo tomo como un día libre, un año más o uno menos ¿Qué más da? Realmente nada.

San Valentín, san patricio, día de muertos, día de santos, navidad, año nuevo, día de reyes, esos son solo días para mí que puedo disfrutar como días libres, pero desde hace algunos años, ellos son solo días.

Odio todo el alboroto de la celebración de San Valentín y famoso día del amor y la amistad. No creo en nada de eso y espero no hacerlo en ningún momento de mi vida, todo ese trámite para gastar cantidades de dinero en personas que ni siquiera estas seguro que te amen o sientan verdadera amistad en ti.

Pero debo admitir que haber adoptado a este pequeño me ha alegrado un poco más la llegada a casa e incluso las salidas a pasearlo.

Busco su correa, se la abrocho a su pechera y decido que es hora de ir a pasear, es algo revoltoso y muy animado, todo lo que suele ser un pequeño cachorro, así que puedo lidiar con ello.

Toc.. Toc... (Camren G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora