Capitulo 11.

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-Ami hija estás bien.

-¿Ah? -musité volviendo a la realidad-, dime papá ¿Qué me estabas diciendo? Lo siento no te preste atención. -Confesaba apenada no quería que mi padre creyera que no le presto atención.

-Lo noté linda -dijo dando una mordida a su pan tostado-, eres tan inteligente como tu madre, pero lo distraída viene sin duda de mi. -Rió Amade haciendo sonrojar a su hija.

-Lo siento papá es solo que estoy algo cansada -mentí-, iré a descansar un poco y...

-Ami no tomes este descanso tan literal hija, yo debo salir hoy me gustaría mostrarte Bucarest y estar en casa no te haría bien Ami, hija estar sola te hará pensar y...

-Esta bien papá iré contigo si. -No quería aceptarlo pero papá tenía razón, si me quedaba sola la imagen de mi pasado junto a él todo, el dolor que lentamente he ido disminuyendo regresaría a mi haciéndome recaer en esos recuerdos falsos.

-Bueno ve y alístate te espero.

Asentí como respuesta me levanté del comedor con intención de ir a mi habitación y arreglarme para salir; papá tenía razón yo no me quedaría sufriendo por alguien que me engañó sin importarle mis sentimientos.

-No tardaré, si vuelvo en un momento.

Salí de la cocina subí las escaleras, al llegar mi habitación cerré la puerta saqué unos jeans gastados y un suéter azul celeste y una blusa blanca y por último unas botas cafés de caña alta, me cambié y miraba al espejo contenta con el resultado de mi combinación.

Cepillaba mi cabello estaba indecisa en si usar maquillaje, opte por ir al natural. Tomé el broche de cabello que me dió aquel peculiar señor en el avión lo puse en mi cabello al ver que se veía lindo decidí dejarlo puesto y por último tomé una bufanda.

-Ami hija ¿Ya estás lista? -preguntaba Amade llegando al marco de la puerta.

-Si lo siento vamos.

Amade por un momento centró su atención en el broche que Ami lucía, su hija no era de usar adornos en su cabello pero este se veía precioso, ademas la pieza se veía de calidad.

-Vamos papá.

-Si hija. -Respondió el pintor volviendo a la realidad saliendo tras su hija.

•••

Entró al estudio Zoisite tenía prohibido su acceso a su estudio de arte pero a ella poco o nada le importaba lo que el ojiesmeralda le dijera; al contrario veía interesante molestarle si así conseguía su atención a ratos no dejaría de hacerlo.

Su sonrisa se evaporó en cuánto vio el lienzo a medias junto al ventanal una vez más, aquella humana que ni siquiera después de muerta dejaba en paz a Zoisite.

-¿Qué haces aquí? -se escuchó una voz masculina en tono poco agradable.

Anka se dió la vuelta regalandole una sonrisa al rubio.

-Pasan los años y aún vives atado a una muerta -ssbia que aquel comentario despertaría su ira-. ¿pretendes volver a fijarte en otra incipiente humana?, ¿quieres volver a hundir todo el clan como hace tantos siglos?

-No te metas Anka...

-Pues me meto porque me importas, en el momento que esa murió tú te convertiste en un monstruo que se llevó a muchos de nosotros y todo por culpa de la sangre de...

-¡Basta! -gritó furioso con la albina frente a él.

-Callarme no borrará lo que hiciste Zoisite -musitó Anka-, solo te haces daño al no dejar el pasado atrás.

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