Capitulo 8.

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-Esa no es manera de hablarle a tu prometido y futuro esposo debes aprender modales. -Dijo mirando fijamente a la atónita peliazul. Abrió sus ojos como platos al escuchar tal declaración, sabía que la iba a sorprender pero no sabía que tanto.

Su expresión era graciosa, pero este no era momento de hacerla enfadar.

Debía estar mintiendo aquella debía ser una ruin mentira, no tenía otra explicación.

-No entiendo. -Me limité a responder buscaba en sus ojos alguna respuesta, alguna expresión en su rostro de burla, algo que me diera a entender que solo jugaba conmigo y nada de lo que decía era real.

-¿Qué hay que entender Amelie? -cuestionó el rubio en tono inocente.

-Te negaste cuando te lo pedí -mi paciencia acababa muy rápido si Zoisite quería jugar con mi mente lo estaba logrando -, aquella vez... Aquella vez me dijiste que no, que mi petición te parecía absurda acaso tú...

Quería que callara que solo dijese que si, no quería dar explicaciones que de todas maneras no le daría. O por lo menos no ahora tomó sus labios en un intento por hacerla guardar silencio, intentó soltarse optó por tomarla de la muñeca y evitar que hiciera algo. De la impetuosa peliazul cualquier cosa era posible.

No lo ví venir de un momento a otro sus labios estaban sobre los míos, intenté deshacer aquel beso. Solo logré el efecto contrario al llevar mi mano a su pecho para alejarlo Zoisite tomó mi muñeca.

Aquel fue mi primer beso no fue como lo imaginé, tampoco podría describir lo que sentía, solo sabía que no era como lo que había leído en muchos libros. Fue fugaz, hosco y nada tierno.

-No hagas preguntas que no responderé niña -dijo mirándola con dureza sin soltar su agarre-, ve esto como un trato Apafí tú serás libre de tu padre y yo agradeceré tu silencio. -Dijo el rubio soltando a la peliazul para sonar coherente y que está dejase de indagar.

-Te dije que no leí...

-Crees que te creeré ¿De verdad me crees tan imbécil? -dijo él arqueando una ceja.

Estaba molesta aquel idiota dudaba de mi y de mí palabra, que más necesitaba para creerme, a estás alturas sabía que no era un ser ordinario. Pero eso aunque me matara de curiosidad no era mi asunto.

-Pues señor condescendiente no es necesario tal sacrificio, no leí su maldito diario -«no se en que demonios estaba pensando en el momento que le pedí tal cosa a Zoisite»-, no se en que momento tuve la gran idea de pedirte ayuda, creí que eras diferente...

-Pues ya es tarde para retractarse Amelie, tú así lo quisiste y tú padre está de acuerdo el trato está más que pactado seremos marido y mujer.

-¿Qué? -no podía creer lo que de sus labios salía.

-Lo que ya oíste Amelie ve preparando todo porque dentro de poco serás Amelie Von Muntean.

No iba a escuchar más, tomé mis guantes y salí rápido del invernadero no podía creer en las palabras de Zoisite, tampoco entendía aquel cambio tan drástico.

La vió salir apresurada estaba furiosa él lo sabía, Amelie era tan transparente como el lago Băneasa. Suspiró cansado le habría gustado borrar sus recuerdos pero no tenía tal habilidad y pedirlo a Jadeite habría agrandado el problema, también había otro motivo y este ayudaría más a la rebelde muchacha.

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-Aunque el vizconde parezca ser un hombre que solo es movido por la ambición la petición que me hizo por su hija también la hizo por amor Zoisite. -Dijo Darien entregando un pergamino a su hermano menor.

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