Dudaba seriamente en que acudiera a mi llamada, tal vez aquella era una señal para desistir de mi loca idea.
-No vendrá.
Caminé a la roca donde solía sentarme a mirar el lago, esperaría unos minutos más, no quería rendirme tan pronto.
La fría brisa movia mis ahora cortos mechones de cabello, aún recordaba la expresión de mi padre al ver mi nuevo aspecto físico. Su cólera fue inmediata mi intención no era hacerlo enojar, yo solo quería ser yo misma.
-Mi plan debe funcionar, si Zoisite se niega a mi petición terminaré en un sanatorio o peor aún casada con un desconocido.
La veía a la distancia aunque usase una capa sabía que era ella, su fragancia la delataba además las veces en las que han coincidido en el bosque siempre la veia en el mismo lugar frente al lago. Aún no sabía porque le había citado en aquel lugar aunque al inicio decidió no ir, un repentino impulso de curiosidad lo convenció de lo contrario.
-Solo espero no arrepentirme de esto -se dijo a si mismo avanzando a su encuentro con la joven Apafí, ella parecía absorta en su mundo él tocó su hombro para llamar su atención y en efecto lo logró ella volteó a verlo sorprendida.
«Vino, vino muy bien Amelie posiblemente acepte». Ya prácticamente había perdido las esperanzas de que viniera de inmediato me puse de pie, sabía que mi petición era por demás atrevida pero nada perdía con intentar.
-Lord Zoisite -llamé en un susurro, al tenerlo frente a mi mi valentía comenzaba a evaporarse «Amelie no es momento de tener vergüenza» me auto reprendí mentalmente-, gra-cias por haber venido, no sabe cuanto se lo agradezco.
Alzó una ceja llevando un dedo a su barbilla algo para él no encajaba en ese rompecabezas, de la nada la chica de voluntad impetuosa, ahora se mostrase tímida y apenada como una liebrecilla.
-Su repentina invitación me causa intriga lady Amelie -comento el rubio con sinceridad una sonrisa de labios cerrados se dibujó en su rostro, al ver que la señorita bajó la caperuza de su cabeza él abrió sus ojos esmeraldas a su máxima expresión la larga y lacia cabellera marina de la muchacha ya no estaba ahi-; usted...
-Yo se que usted dirá que e perdido el juicio, se que es posible que más nunca me hable pero por favor le pido tome este asunto con la seriedad que lo amerita. -Mis latidos eran como los de un potrillo desbocado, mis mejillas ardían en la vergüenza que tenía por lo que iba a decir.
Miró a la peculiar muchacha, se veía tan diferente a la última vez que la vió pero debía ser honesto y aceptar que su cabello corto le sentaba bien, le daba un aire más fresco, hacía ver su rostro más infantil de lo que por si ya lo tenía. Otra vez el carmín destacaba en sus mejillas color melocotón.
Carraspeo llamando la atención de la joven frente a él -señorita Amelie hable entonces, diga de una vez ¿Por qué me ha citado a este lugar? Asumo que vino a hurtadillas al bosque y se que eso posiblemente le traerá problemas con su padre. -Dijo rodando los ojos
«Él tiene razón Amelie habla de una vez y deja de dar vueltas». -De acuerdo usted estuvo en casa, escuchó la petición de mi padre.
Cómo olvidar aquel momento aún no lo sacaba de su mente, la petición de aquel hombre le parecía normal hasta cierto punto, normal porque era común que los hombres buscasen que sus hijas quedasen atadas a un matrimonio con personas de su nivel social o mejor, él veía aquello como un vulgar trato de compraventa, pero que lastimosamente era tapado bajo el largo mantel de las elegantes recepciones.
Aún así no podría olvidar el desespero de aquel hombre en que su hija terminara a la fuerza con un hombre desconocido, en aquella visita no podía dejar de preguntarse ¿Si no le importaba en lo más mínimo en manos de quién iba a terminar su única hija?

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Blue Moon
RomanceDescripción. Ella era su promesa, ella era su luna su adorada princesa del lago Băneasa. Amelie era su nombre. Amelie Apafí la hija única del vizconde Michael Apafi. Zoisite Von Muntean un joven de espíritu libre, un bohemio que gozaba de las c...