Capitulo 6.

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Abrí mis ojos seguía en el bosque, el ocaso moría  dando paso al anochecer lentamente, me puse de pie recordé lo ocurrido.

—¿Lo que ví es real? —mis ojos no me engañaban, lo sucedido momentos atrás no era posible—, no esto debe tener una explicación, lo que ví no es posible.

—Despertaste. 

—¡Zoisite! —su voz me hizo dar un respingo por el sobresalto, llevé mi mano izquierda a mi pecho en un vano intento de calmar los latidos de  mi corazón, me acerqué al ver que traía a Nebra consigo—. ¿Está lastimado?

El rubio negó ante la pregunta de la muchacha, se le hizo gracioso que en vez de preguntarle sobre lo ocurrido se mostrara más interesada en el bienestar del corcel cenizo a su lado, por otro lado prefería que fuera así.

—Este chico está bien, solo un poco ansioso y asustado por la caída pero nada más. —Dijo él acariciando el hocico del animal.

Suspiré de alivio, pero luego recordé como sucedieron las cosas. —Zoisite lo que ví...

—Olvida lo que viste Amelie. —Replicó el rubio de forma severa.

No quería ser grosero, pero debía persuadir a Amelie acerca de lo que había visto.

—Esta bien si no quieres hablar, pero se lo que ví, también se que una persona común no podría hacer lo que tú hiciste por mí.

—Ah si —dijo acercándose a la muchacha haciéndole retroceder algunos pasos—, y según tú ¿Qué fue lo que viste? —cuestiono el rubio con seriedad.

Su proximidad me hizo retroceder sobre mis pasos —se lo que ví Zoisite, aunque intentes negarlo no puedes ocultarlo. —mi voz era temblorosa pero segura, su hostilidad solo me confirmaba que algo ocultaba.

Tomó la mano de la muchacha con brusquedad entregándole la  brida del caballo a la peliazul.

—Escucha bien esto solo lo repetiré una vez, cree lo que te plazca niña.

Se dió la vuelta alejándose de la muchacha.

—Tus manos.

Posó de nuevo su esmeralda mirada en la peliazul frunciendo el ceño.

—¿Qué has dicho? —empero el rubio acercándose con zancadas a Amelie.

—Aquella noche..., Tus manos estaban heladas de nada sirve ocultarlo Zoisite, no se lo que eres pero puedo intuirlo. —Mi madre solía contarme acerca de unas enigmáticas criaturas de grandes habilidades «Amélie lo que dices no tiene sentido», no habría pensado nunca que los relatos de mi madre fueran una realidad, pero por otro lado Zoisite me ponía a dudar.

—Ve a casa Amelie y olvida lo que ha pasado. —Dijo algo cansado de la insistencia de la joven Apafí.

—Gracias Zoisite.

El ojiesmeralda la miró extrañado, su actitud altiva ahora era sustituida por amabilidad y agradecimiento.

—Quita esa cara, tú me salvaste y yo se agradecer —lo mejor era dejar el tema por la paz—, lo siento todo es mi culpa no debí citarte aquí y pedirte semejante cosa Zoisite.

Subí a Nebra lo mejor era irme y hacer lo que Zoisite me pidió, olvidar lo ocurrido. Era lo menos que podía hacer.

•••

Algunas semanas habían pasado desde el encuentro en el bosque Băneasa aún la petición de aquella muchachita le parecía de lo más extraña.

—¿Qué te tiene tan distraído? —empero una castaña de llamativos ojos verdes acercándose al rubio.

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