¡Hola, lean la nota del final, por favor!
Capítulo 32
República Dominicana.
Cristóbal Lombardi
—Yo creo que estas tazas quedarían muy bien en el espacio que te dije de la cocina. — Martina sostenía unas hermosas y blancas tazas y las miraba como si fueran el arte más puro.
—Sí, pero ¿no dijiste que ibas a poner un pequeño cuadro floral? — dije.
—¡Oh sí! Pero también pueden ser estas tazas, ¿no crees? — se dio la vuelta.
—Sí, también — reí por lo bajo.
—¡Ay! ¿Te estás aburriendo? — Martina juntó sus cejas preocupada.
—¡No, no, no! — fruncí el ceño — ¡Claro que no! — si esto la hacía feliz, estaría aquí. Comprando adornos para el hogar, y viendo ropa.
Me acerqué mucho más a ella, la enrollé en mis brazos, y le di un beso en los labios.
—¿Estás seguro? — alzó una de sus cejas.
—Sí — le sonreí.
—No. ¿Sabes qué? Vamos a comer.
—Martina, no estoy aburrido. — confesé.
—¿Y por qué de tus labios solo salen monosílabos? — me miró fijamente.
—Porque estoy escuchando todo lo que dices. — reí. — Y como hablas rápido, tengo que estar atento, para que nada se me escape — respondí.
—¿Estás diciendo que el que yo hable rápido es un problema? — apretó los labios.
Reí y me puse la mano en la frente.
Cuando me viene a dar cuenta Martina ya estaba saliendo de la tienda, toda enfurecida.
—¡Martina! ¡Martina! — la llamé.
Salí corriendo de la tienda, detrás de futura esposa.
—¡Martina! — a lo lejos la vi sentada en una banco, viendo a unos niños jugar.
—¿Qué pasa, Mar? — me acerqué a ella y le acaricié el pelo.
—Tú dijiste que hablo muy rápido y que eso es un problema. — resistí las ganas de reír
—Claro que no. — me senté junto a ella — Solo dije que cuando hablas te escucho atentamente.
—Eso no es cierto. — dijo.
—Está bien. Tienes razón — a alguien al parecer le está afectando el embarazo.
—¿Te gustaría ir a comer? — inquirí.
—No lo sé, ¿eso también te aburrirá? — sonreí.
—¿A ti te aburrirá? — volví a preguntar.
—No, a mí no me aburre comer.
—Pues a mí tampoco. — le di un beso.
—Entonces, vamos a la casa, busco las llaves del auto, y cenamos. ¿Sí?
—Está bien — Martina ni me miró y yo sonreí.
Martina se levantó del banco y se fue caminando sin mí, suspiré, reí, y después, me levanté para ir a alcanzarla.
Berlín/ Alemania
Aurora Flecher
Pasé las manos por mi rostro, y suspiré cuando noté que el frío le había dicho adiós a mi cuerpo.
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La Sombra del Magnate © #2
Mystery / ThrillerLa Sombra del Magnate #2 Las inmensas y ardientes llamas de un sentimiento infernal llevaron hasta las cenizas un puro corazón. Reduciendo la luz de sus ojos hasta un mínimo rayo. Un oscuro corazón probó el sabor de la tristeza y el dolor una vez...