Capítulo 5

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Capítulo 5

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Capítulo 5

Aurora Flecher

La Sonrisa que yacía en el rostro de Harris se fue así de rápido como llegó.

—Que coincidencia — susurró Sara.

—¿Cuándo debes viajar? — pregunta Lily.

—Supongo que en el fin de semana — respondo — debo concluir con esta semana, dejar varias cosas en orden — ¡Dios mío! Tengo pacientes que si los dejo se les rompería el alma — Lo mejor será que a partir de mañana comience a buscar hospedaje en Nueva York — suspiro — Esto complica las cosas.

—Tengo un departamento en Nueva York y se encuentra disponible — Dice Harris.

—Gracias mi amor, pero no quiero ser inoportuna — digo con una sonrisa.

—Claro que no — sonríe.

—No se vayan a poner románticos. Estamos aquí — dijo Lily provocando que comenzáramos a reír.

— ¿Por qué te trasladaron? — inquiere Sara.

—No lo sé, tal vez necesitan de mí allí — suspiro sin más.

—Esto es muy extraño — susurró Harris.

—Pero no nos preocupemos por eso. Ahora no hay mucho que hacer, lo mejor es esperar a mañana y pienso todo con más calma — miro a todos — así que todos a sus respectivos lugares y a dormir — sonrío para luego levantarme del mueble.

—Buenas noches — dijo Sara seguido de Lily.

Harris y yo nos fuimos para mi habitación, donde a pesar de las penumbras del cuarto pude sentir la molestia de Harris. Sonreí y volteé la cara a la dirección en la que se encontraba—¿Qué sucede? — pregunté y me relajé un poco al notar una leve sonrisa de su parte.

—No es nada, solo me parece un poco extraño lo que ha sucedido — responde — tengo algo de desconfianza — confesó.

Me acerco a él y toco su rostro buscando la forma de darle tranquilidad y paz. Entiendo las cosas que deben de estar pasando por su mente, créanme que entiendo, pero en estos momentos no es mucho lo que se pueda hacer.

—Perdóname que te lo diga, pero necesito sacarlo.

—Te escucho.

—¿No relacionas esto a....? — no lo dejé terminar.

—No sabría que decir — me sincero — no me atrevería a decir que no, pero tampoco a decir que sí. Han pasado cuatro años y cuando tenemos la oportunidad de conversar no llegamos ni a veinte palabras — sonrío.

—¿Estás lista para volver a Nueva York? — inquiere.

—No lo sé — respondo.

Harris se va a duchar y yo me voy a la cama, minutos después el sueño comienza a apoderarse de mí y es en ese instante que siento parte de mi lado de la cama hundirse.

—Buenas noches, mi sol — escuché decir.

Alexander Walton

Me abro paso entre las calles de Nueva York y suspiro cuando me doy cuenta de la hora.

Llevo todo el día intentando hablar con un buen amigo alemán, pero las reuniones y las largas llamadas no me lo han permitido.

—En Alemania ya deben ser las una de la mañana, no tiene caso. — pienso

Permanezco con las manos al volante y doblo a la izquierda, consiguiendo que el auto se detenga justo donde quiero, tomo las llaves del vehículo y salgo de él.

Las luces brillantes y fuertes de la vivienda hacen que entrecierre los ojos. Camino lo más rápido posible hasta la puerta marrón que da entrada al lugar y ya estando ahí, no hago más que dejar que mis nudillos golpeen la madera hasta que una mujer abre la puerta y me saluda. Avanzo hacia el interior del lugar y un pequeño suspiro se escapa de mi cuando veo al hombre de cabello canoso, tez blanca y ojos color miel, apellidado Acevedo.

—Puntual — dice una vez que me ve — como siempre. — concluye.

—Buenas noches — digo sin interés.

—Antes de todo, ¿te quedaras a cenar? — pregunta el hombre acercándose a mí.

—Agradezco la invitación, pero no me quedaré.

—¡Vamos Alexander! ¿Qué más da un momento más, un momento menos? —intenta convencerme, pero anda muy lejos de lograrlo.

—Abuelo — una voz interrumpe al señor que con esperanzas espera que me quede a cenar.

La niña se abalanza con confianza hacia su abuelo, ocasionando que él sonriera. Posee la sonrisa de su madre, mirada y ojos de su padre.

La niña deja a su abuelo, me mira y luego dice — Hola Alex.

—Hola Donna — digo. 

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Nota de Autora

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