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Aurora Flecher
—Tu esposo y tu hijo dicen que sí quieren tomarse la foto — respondió todo alegre y divertido.
¿Qué fue lo que dije?
Hice una revisión mental de mis palabras dichas, y rápido encontré el problema: le dije esposo.
—¡Pero es verdad; él es tu esposo! — dijo esa pequeña voz dentro de mí.
—Esto es algo que al mundo le encantará saber — giré la cabeza y un paparazzi estaba detrás de nosotros con una cámara que seguramente había grabado todo el suceso.
¡Carajo!
Por primera vez en el día mi corazón estuvo al borde del abismo cuando vi que la cámara que sostenía ese hombre disparó un brillante y espantoso destello.
Miré a mi hijo quien tenía una terrible línea entre las cejas, tal vez preguntándose qué sucedía, y luego llevé mis ojos a su padre, quien estaba mirando al que parecía ser su jefe de seguridad.
—Escuchará y ejecutará — dijo Alexander.
—No, quien escuchará... — el paparazzi habló.
Alexander dejó a nuestro hijo junto a mí, caminó despacio hacia el hombre cuyo nombre no sabíamos, y luego se detuvo frente a él con toda su elegancia.
—Príveme de escuchar su voz, y deme la satisfacción de que sus oídos me escuchen, para que así usted pueda salir de aquí caminando con su salud intacta — al escuchar esas palabras tomé la pequeña voz de mi hijo.
Alexander puso sus manos en la cámara, se la quitó al hombre de las manos, y luego con su mano libre sujetó la identificación que colgaba del cuello de aquel hombre.
—Hugo Olson — susurró — Espero que tengas otra habilidad, porque creo que la de ir entrometiéndote por ahí ya cumplió su fecha de caducidad — un leve escalofrío me recorrió la espalda cuando lo escuché hablar así.
—Siempre puedo ejercer en otro lugar — la sonrisa que tenía el tal Hugo se le borró después de que Walton le entregara la cámara a uno de sus hombres y le dijera unas últimas palabras.
—Espero que sea uno que yo no conozca.
En ese mismo momento un hombre acompañó al paparazzi a no sé dónde.
Miré a Alexander y este estaba como si nada —¿Nos tomamos la foto con la joven? — preguntó teniendo una sonrisa sospechosa en el rostro.
—Sí — dejé salir una risa nerviosa.
Alexander, nuestro hijo y yo, nos paramos delante de un estante con frituras empacadas y estando ahí la chica se nos unió con una gran sonrisa, y un sonrojo muy evidente en el rostro.
—De verdad, estoy muy agradecida con ustedes por darme la oportuni... — dejé de prestarle atención a la chica cuando noté la sonrisa que llevaba Alexander.
Fácilmente podía comparar su sonrisa con eso que se llega a sentir cuando el sol golpea tu rostro en un día de frío, esa sensación que te invade al dormir en un cómodo colchón o simplemente eso que piensas al comer tu helado favorito.
—Señora, ¿le gustaría mirar a la cámara? — escuché al hombre que nos iba a tomar la foto, pero aun así no pude quitar la mirada, cosa que me puso en desventaja porque con la preguntar del señor de tez blanca , dirigió sus ojos hacia mí, provocando que sus azules se encontraran con mis marrones.
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La Sombra del Magnate © #2
Mystery / ThrillerLa Sombra del Magnate #2 Las inmensas y ardientes llamas de un sentimiento infernal llevaron hasta las cenizas un puro corazón. Reduciendo la luz de sus ojos hasta un mínimo rayo. Un oscuro corazón probó el sabor de la tristeza y el dolor una vez...