Capítulo 31

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Capítulo 31

Ellis Walton

Los latidos de mi corazón golpeaban fuertemente mis costillas; tenía miedo.

—¿Y Aurora? — pregunté.

—No contesta, señora.

—¿Y Olivia? — la miré.

—Está cruzando la puerta de entrada, señora Ellis.

Llevé las manos a mis labios.

—¿Usted cree que el señor Alexander se pondrá bien? —inquirió Greta.

—Tiene qué Greta, tiene qué — susurré.

Alexander es un hombre muy fuerte, yo sé que se repondrá.

—Ellis querida, ¿cómo te sientes? — Olivia había llegado.

Suspiré al recibir su abrazo, y fruncí los labios cuando vi sus ojos llorosos.

—Estoy bien. — respondí.

—¿Han dado información con respecto al estado de Alexander? — me preguntó mientras dejaba su saco en la fría silla del hospital.

—Aún no — contesté.

Olivia tenía los ojos llorosos, la nariz roja, el rostro cansado, y labios pálidos.

—¿Le gustaría tomar algo caliente, señorita Olivia? — Greta puso su mano en el hombro de la chica cuyo cabello se veía levemente alborotado.

—No, muchas gracias, así estoy bien. — dijo Olivia.

—Él va a estar bien. Ve a la cafetería y come algo.

—No tengo nada de hambre Elis.

—Y te creo. — le sonreí.

—¿Cómo es que se ve tan tranquila? — cada que Harper hablaba, las lágrimas la amenazaban.

—Años de experiencia. — le guiñé un ojo.

—Puedo ser la persona más fría, paciente y tolerante frente a un juez, pero en esta situación no sé bien cómo mostrarme. Solo sé, que no he parado ni un momento de pedirle a Dios que Alex salga bien de esto. — la miré y medio sonreí.

He tenido la oportunidad de conocer muchas mujeres, y hombre por igual, unos enamorados, y otros tan buenos en el arte de fingir, que confundirían hasta el más experto en la materia. Pero esta mujer, de verdad pertenece al primer grupo de personas que conocí.

—¿Elis?

—¿Jakob? — fruncí el ceño, bastante sorprendida.

—Cuando recibí a Alexander, no sabía que estabas aquí — confesó.

—Sí, aquí estoy. — respondí — ¿Cómo está mi sobrino?

—Alexander ha perdido mucha sangre, pero eso no es lo único preocupante — hicimos contacto visual — La daga estaba envenenada, en las hojas de acero se encuentra una sustancia poco conocida, de la cual hay muy poca información, y necesitamos el antídoto lo antes posible.

Entreabrí los labios.

—¿Cómo se llama el veneno?

Jakob me extendió la mano, en la que había un blanco papel, con unas letras negras. Entrecerré los ojos, y doblé un poco el cuello, algo me decía que esa palabra la había visto en algún lado.

—Necesitamos hacer varios estudios de alta importancia, y requerimos de autorización. — miré hacia atrás, y me alegré de encontrar a Greta — Normalmente cuando el señor Walton se hacía estudios, era él quien firmaba, pero en esta ocasión necesitamos de... — no lo dejé acabar.

La Sombra del Magnate © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora