Capítulo 43
La sombra 1
Aurora Flecher
—Creo que no estás siendo claro — sabía perfectamente hacia dónde iban las palabras que salían de sus labios, sin embargo, quería que él mismo se encargara de renunciar a su objetivo.
—¿Ah no? — acercó su rostro un poco más al mío.
Mis ojos parecieron tener vida propia y se dirigieron hacia sus labios.
—¡Hola! — la voz de mi hijo me sacó de la zona de peligro y me llevó a un lugar donde respiré y agradecí el hecho de estar a salvo.
Alexander y yo nos separamos considerablemente y miramos a nuestro hijo — ¡Traje algodón para ustedes! — mostró sus pequeños dientes — ¿Qué pasa? — la sonrisa se le borró del rostro — ¿Por qué están así? — alzó una ceja — ¿Están bien? — entre cerró los ojos — ¿Estaban haciendo algo malo? — tragué grueso.
Abrí la boca dispuesta a hablar, pero Alexander lo hizo primero.
—Sí, estábamos haciendo cosas malas, deberías de decirle a Harris — mis ojos se abrieron como nunca al escuchar las cosas que dijo el hombre a mi lado.
Le di un suave golpe a Alexander en el abdomen.
—Estábamos hablando de algunas cosas que teníamos pendientes — le sonreí.
— ¿Y estaban haciendo cosas malas? — preguntó.
—Sí — dijo el papá.
—¡No! — grité mirando a Alexander.
Aleph frunció el ceño.
Suspiré — A ver, ¿a qué le llamas cosas malas? — inquirí con el corazón acelerado.
— ¿Discutir? — Alzó una ceja.
Le sonreí.
—Pues no, no estábamos discutiendo — contesté — No lo hacemos, ¿verdad? — miré otra vez a Alexander.
—Sí, no discutimos — sonrió — Hacemos otras cosas — la sonrisa se me borró.
—Ah, qué bueno — dijo mi hijo — Porque los papás de mi amigo Arno discuten mucho — él sonrió — Me pone feliz que ustedes no lo hagan — el corazón se me achicó con sus palabras.
Aleph nos dio el algodón de azúcar — Tienen que compartirlo.
—Está bien, muchas gracias — dije alegremente.
El pequeño de ojos azules se acomodó en el asiento, se puso el cinturón y segundos más tarde, Antón llegó y puso el auto en marcha.
Le ofrecí algodón a Alex, y por un momento pensé que me diría que no. Él puso dos dedos en el algodón y tomó un poco del producto.
Sonreí un poco.
—¿Qué? — dijo.
— Nada — susurré aún con la sonrisa en el rostro.
Alexander se me quedó mirando serio.
—No es nada — él seguía con su cara seria y una línea bastante recta en sus labios — Es que pensé que no ibas a comerte el obsequio de Aleph— hablé finalmente.
—¿Cómo no lo voy a hacer? — frunció el ceño — Me lo dio mi hijo — mi corazón de madre saltó de felicidad.
Llevé mis ojos hacia la ventana y disfruté del adiós del sol, ya casi estaba oscureciendo.
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La Sombra del Magnate © #2
Misterio / SuspensoLa Sombra del Magnate #2 Las inmensas y ardientes llamas de un sentimiento infernal llevaron hasta las cenizas un puro corazón. Reduciendo la luz de sus ojos hasta un mínimo rayo. Un oscuro corazón probó el sabor de la tristeza y el dolor una vez...