Capítulo 41

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Capítulo 41

Aurora Flecher

—Pero pueden pensar que yo... — me interrumpió nuevamente.

—Que tú eres la madre de mi hijo — nuestros ojos se conectaron.

Ante la ausencia de palabras, solo me quedó asentir.

—Está bien, haré lo mismo con la dirección a la que se trasladarán toda la ropa, de lo demás se encargará una empresa que Harris contrató — expliqué.

El ceño de Alexander se frunció tan rápido como una hormiga siendo perseguida.

—¿Cuál dirección? — inquirió.

Abrí los ojos cuando me di cuenta de que no le había dicho lo de la propiedad en Nueva York.

—Olvidé decirte algo — me rasqué la cabeza.

Alexander alzó una ceja.

—Harris compró un departamento en Nueva York con la intensión de que viviéramos ahí tan pronto llegáramos a Nueva York — dije.

Alexander se me quedó mirando.

Sabía que algo no le agradaba; su silencio me lo decía.

—No estoy de acuerdo con la idea — sus palabras confirmaron mi sospecha.

—¿Por qué? — pregunté.

La Aurora de hace años en este momento estaría super feliz. La comunicación fluye en nuestra relación y en entorno.

Nuestra relación...

—Nos vamos de aquí buscando seguridad para ustedes, y me dices que cuando lleguemos a Nueva York irán a vivir a un lugar seguramente muy alejado de mi vivienda — sonreí un poco al escuchar esas palabras.

—Sí, como ha sido todos estos años. Tú vives en Estados Unidos, y nosotros aquí, en Alemania — respondí.

—No estoy de acuerdo — dijo por segunda vez.

Asentí.

—¿Qué propones? — lo miré atentamente.

—Vivan conmigo — susurró.

Fruncí el ceño mientras cada una de las letras se repetían en mi cabeza.

Él pareció notar mi sorpresa, por lo que añadió — Hasta que Harris arregle todas sus cosas.

No creo que eso sea...

—Alexan... — me interrumpió.

—La casa es grande, él también puede ir hasta que resolvamos la situación — el padre de mi hijo dejó de mírame para ponerse a teclear su computador — Lo importante es la seguridad, ¿no?

En eso sí que tenía razón; lo importante es la seguridad.

—Hablaré con Harris para ver qué le parece — dije con una sonrisa.

Alexander asintió, yo me levanté, y salí de la casa.

Llamé a Harris varias veces, pero no contestó, cosa que me preocupó, tal vez todo lo que sucedió con su abuela pasó a mayores y solo se está tomando su espacio. Lo que me parece bien. No llamé más porque tampoco quería parecer intensa, por lo que decidí ir hacia donde se encontraban los escoltas.

— Buenas — dije en alemán.

— ¿Cómo podemos ayudarle señora? — respondió uno, mientras que los demás estaban serios, firmes y bastante atentos a mí.

La Sombra del Magnate © #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora