Sarocha se retiró del lugar, dejando que Rebecca se instalara en su nueva habitación. La castaña acomodo las mudas de ropa que había traído en las perchas del armario y colocó los pocos artículos de higiene personal en los estantes del baño.
Becky se dirigió a su nueva cama y se dejó caer sobre esta suspirando. No podía creer como había cambiado su vida en tan poco tiempo, sin duda la vida era una caja de sorpresas pero también era cruel, demasiado, al menos con ella o eso era el pensamiento de la castaña.
Por dentro ella seguía destrozada pero no quería demostrarlo, no, ella ya no sería vulnerable. Así que otra vez aguanto las lagrimas en el borde de sus parpados, se levanto de aquella cama, respiró hondo, se lavó la cara y prosiguió a ir con su jefa.
La castaña en los últimos meses se había vuelto fría y distante, o bueno, en realidad trataba de serlo, pero no era así, sólo intentaba protegerse, proteger su corazón, no quería volver a pasar por otra perdida. Ella cargaba un poco de tristeza en sus pupilas, también unas cuantas penas en su corazón, pero no era para nada una persona fría, aquel brillo de sus ojos, todo lo decían. En realidad, ella era todo lo contrario, si se la miraba directo a los ojos era fácil de notarlo, llevaba mucha nostalgia en la mirada, hasta la calidez de su rostro la delataba, ella engañaba, su lado sensible ocultaba, ¡No era fría! Tan sólo se protegía.
Cuando Becky bajó las escaleras, procedió a buscar a Sarocha.
La morocha se encontraba almorzando tranquilamente. Así que Becky optó por quedarse de pie cerca por si necesitaba algo. La castaña aun se encontraba algo incomoda en esa casa, además de no entender bien su función dentro de esta, claro que entendía que debía proteger a la morocha al salir por ahí, pero en la casa que debía hacer? ¿Le pagarían solo por mirarla comer? se preguntaba la castaña para ella misma.
De pronto una voz la sacó de sus pensamientos - Oye Rebecca - dijo la morocha - Ven aquí, siéntate a comer, o te vas a quedar ahí parada muriendo de hambre.
Rebecca se acercó sin entender mucho - Seng me había informado que comería mas tarde en el área de servicio
- No de eso nada, como eres la única que se queda a horario completo aquí, comerás conmigo a partir de ahora, ya que los demás ninguno come aquí ya que este horario es cambio de personal, entonces comen en sus casas - Explicó la mayor - Además me viene bien la compañía
- Muy buen, como usted ordene - dijo y Sarocha rodo los ojos
- Oye, no es necesaria tanta formalidad aquí, además en los momentos en que yo esté aquí por la casa no es necesario que te quedes como una estatua vigilándome, ya tengo seguridad para eso. Puedes utilizar la sala de entretenimiento o utilizar la laptop que hay en tu cuarto o lo que se te ocurra.
Rebecca la miró alzando una ceja y algo desencajada. No pensó que fuera tan amable esta mujer, además que le iba a pagar por estar viviendo en su lujosa casa y hacer casi nada. La castaña cada vez entendía menos a las personas con dinero, pero no comentó nada.
- La única condición en todo esto es que deberás tener tu nuevo teléfono contigo en todo momento, así me comunicaré contigo cada vez que necesite de tu servicio, ¿bien?
- Si, perfecto señora, y gracias por la oportunidad - dijo Rebecca
La mayor solo se limitó a sonreír y mirarla fijamente. Los ojos de la castaña le transmitían tanta seguridad cada vez que la miraba, aunque habia algo mas en el fondo de esos ojos, algo que la morocha moría por averiguar. Bien dicen que los ojos son el puente de unión entre el cuerpo y el alma, y los de la castaña transmitían todo, pero solo para los que eran capaces de apreciarlos.
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MI SALVACIÓN (EN PAUSA)
FanficRebecca Patricia Armstrong de 27 años, ex miembro del ejercito, retirada a causa de la muerte de su hija Mon. Freen Sarocha Chankimha de 30 años, doctora especialista en oncología y hematologa. Tiene una hija llamada Sam de 8 años. Cuando crees qu...