19. Barra de bebidas

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"Delante de la gente

No me mires

No suspires, no me llames

Aunque me ames"

Secreto de amor - Joan Sebastián

AMANDA.

Cuando salimos de la reunión con mi padre creímos que lo engañamos.

Ja.

Estúpidos.

Supe que iban a tener que grabar las escenas sexuales en algún momento, sin embargo, ser coordinadora de intimidad sonaba fácil cuando ayudas a dos extraños a que no pasen un mal momento o termine en una situación traumática. Lo que no tuve en consideración es lo traumático que es tener a tu padre a metros tuyo y al chico que te gusta enfrente, pretendiendo que verlo no te provoca nada.

Ron se arremanga la camisa en el pasillo que cruzan antes de llegar al baño, siempre me han llamado la atención sus manos, se le marcan las venas a lo largo del cuerpo y debido al calor la tela blanca fina queda pegada a su piel, se transparenta por encima de sus músculos. Trago grueso cuando pone a Margarita contra la pared en la toma del beso.

No me da celos, ni un poco, entiendo que es su trabajo y que Margarita se vea asqueada cada vez que cortamos me causa risa. Me ha costado mantenerme seria, trato de prestar atención a que no se hagan daño o crucen los límites que se han pautado con anterioridad, por sobre todo soy una profesional.

¿Por qué llevamos tres horas en esta maldita escena?

Conozco la coreografía de memoria, no obstante, con la repetición Ron se ve cada vez más acostumbrado, se percibe en la soltura de sus movimientos, en cómo le ha perdido el miedo a Margarita. Aun así, controlo a detalle cada intento, el trabajo tortuoso cuando sus labios están en los de ella y todo lo que puedo pensar es en lo que ocurrió en la disco.

«Concéntrate, Amanda».

Su mano empuja la espalda de Margarita sobre el lavado, tiene la camisa semi abierta y los dedos enredados entre su cabello. Las mariposas en mi estomago bajan peligrosamente más allá del área abdominal, respiro con cierta pesadez que intento ocultar frente a las quince personas alrededor nuestro.

Margarita es más grande que yo, me hace pensar en lo pequeña que me veo al lado de Ron, en lo imponente que él se ve, en como seria si alguna vez...

«Concéntrate, joder».

Suspiro. Le cortan la escena a la mitad. Este caos se reinicia.

—¿Cuál es el problema con la bendita escena? —murmullo al anotar un par de reacciones de los actores en mi cuaderno.

Al menos están bien, cómodos. Voy a parar pronto esto, llevan demasiado tiempo.

—¿Hay algún problema, hija?

—Nin-ninguno —me aclaro la garganta—, me estaba alejando para no molestar a los camarógrafos.

—En marcha entonces —asiente—. Quería pedirte disculpas por el malentendido de la mañana, es grato saber que son solo rumores, si no lo fuera este set sería un caos en lo que resta de grabación.

Eso sería catastrófico.

Observo a Ron como moribundo muerto de hambre observa un plato de comida, me da tanta pena que dejo de verlo por completo, esperando que el maquillaje y mi cabello cubran el color de mis mejillas.

No apto para estrellas │YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora