33. Mojito

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«Nothing can come between you and I
Not even the Gods above
Can separate the two of us»

You & I - One Direction 

RON.

Hay un corto silencio que está cargado de emoción, festejos y chillidos. Aún tengo su mano entre la mía, aún tengo el corazón acelerado, todavía espero que diga que es una cámara oculta.

La sonrisa de Amanda se ensancha, capturo la felicidad en su mirada dentro de mi cajón de recuerdos. Hay pocas ocasiones en donde le brillen los ojos de esta manera.

«¿Me morí en el accidente y todo esto es un producto de mi imaginación en el coma?».

Un cosquilleo recorre mi cuerpo, cual si fuera un chiste, ambos rompemos el hielo en una carcajada. Mi cerebro no procesa tantas cosas.

Me siento más liviano, más vivo, real y yo mismo que nunca. Utilizo mi agarre en su muñeca para atraerla a mí.

—Me manipulaste. —finjo quejarme.

—¿Cuándo no? —saca la lengua—. ¿Creíste que fue accidental que te hayas enamorado de mí? En realidad, pudiste haberme ghosteado a la semana de conocernos, Ron.

—¿Me hiciste brujería?

—Pff, no, eso es para desesperadas. Yo te hipnoticé, establecí patrones nuevos en tu cerebro, emborraché e hice un plan para que te obsesiones conmigo —bromea, pero es Amanda, así que me creo la mitad de lo que dice—. Luego me relacioné con cada uno de tus pensamientos en la música, lectura o bebidas.

—De lo que dices, lo único que me parece una falta de respeto es que nos hayamos casado y luego me propongas ser tu novio —arrugo las cejas—. ¿Quién te dijo que quiero dejar de ser tu esposo?

—Lo que no sabes es que también nos acabamos de casar también, otra vez.

—¿Sí? ¿Y no lo recuerdo por el alcohol? No te sirve, estoy sobrio.

—No lo recuerdas porque juntarse mucho con idiotas te afecta el cerebro, perdiste la memoria.

—Te recordaría. —aseguro.

—¿En un fallo cerebral? —indaga divertida, se pasa de su asiento a subir en mi regazo.

—No pueden quitar del cerebro lo que está en el corazón.

—Eres tan lindo cuando dices frases sin sentido. —ella se acerca a besarme, la rechazo.

Confundida, Amanda retrocede con el ceño fruncido, buscando con la mirada que es lo que está mal.

—Me quitaste la oportunidad de pedírtelo yo —reclamo—, así es la vida, caras vemos, traiciones no sabemos.

—También lo hice de la forma menos romántica posible —contiene la risa—. No te preocupes, ya luego aparecen los mariachis vestidos de directores con las flores y fuegos artificiales. Es que estaban esperando que no me rechaces.

—Mariachis vestidos de directores sería algo que me encantaría ver, la verdad.

—Lo sé. Te leo la mente.

—No me cabe duda —remojo mis labios—. Ahora déjame hacer algo a mí.

—¿Qué quieres?

Mi mano alrededor de su cuello la acaricia con suavidad, siento su respiración entrecortada encima de mi piel, cierro los ojos desde antes de que su boca estén sobre la mía. Amanda mordisquea mi labio inferior, con ella encima de mí pierdo la noción del tiempo.

No apto para estrellas │YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora