32. Hennessy

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«"I love you, " ain't that the worst thing you ever heard?».

Cruel Summer - Taylor Swift  

AMANDA BRANDY.

La ausencia de Ron me ha pegado más fuerte que cualquier resaca a lo largo de mi vida.

Mirando al techo del cuarto siento un sabor agridulce entre pena por mí misma en esta situación y satisfacción de que al menos sea él, prefiero estar sola con su recuerdo que conocer a alguien más.

Si alguien merece destrozar mis esperanzas en el amor, es él. Si esto no funciona, ¿Acaso algo lo hará? ¿Mis amigos tienen razón y el amor es una mentira?

Tal vez deba aceptar que los mejores romances de todos los tiempos ya están acabados en la actualidad.

Por eso quedé extrañada cuando me envió una dirección junto con un evento marcado en el calendario, casi se me sale el corazón. Y por lo visto, casi le pasa lo mismo a él cuando le dije que conduciría hasta allá.

—Buen día. —hablo primero pese a que él me haya llamado, contengo la respiración.

—Hola Amandita, ¿Pensaste que te ibas a librar de mí?

Es bastante vergonzoso que tan temprano en la mañana esté moviendo mis pies en el aire, girando en la cama y tapándome la cara con un almohada para no hacer ruido por dos simples palabras. No es el saludo, es su voz, es el tono con el que lo dice, que esté sonriendo mientras habla porque puedo distinguirlo en su forma de pronunciar.

—¿Amanda? ¿Me oyes? —insiste luego de que haya pasado como dos minutos sin contestar.

—¡Sí! Perdona, tengo mala señal.

—¿Quieres que te mande un chofer? —ignora mi pregunta, va directo al punto. Se oye nervioso.

—Puedo conducir yo, es en línea recta y no está muy lejos de mi departamento. O le puedo pedir ayuda a Jim.

—Jim no está en tu departamento.

—¿Cómo sabes?

—Tengo espías en tu casa —bromea—. Un escuadrón, las 24 horas, han puesto cámaras, saluda desde la de tu cuarto. Sonríeme.

—¿Y me veo bonita?

—Preciosa.

Suelto una carcajada.

Luego recuerdo que Ron tiene demasiado dinero y se me borra la sonrisa, la cual vuelve al recordar que está loco, si quisiera verme probablemente hubiera entrado por la ventana.

—¿Para eso has llamado? ¿Para confesar tus crímenes y regocijarte? —cuestiono—. ¿Sabías que ese es un patrón común en asesinos seriales?

—No acepto papeles de asesinos.

—Porque te delataría lo bien que haces de un psicópata criminal... —intento desviar la conversación.

—Voy a mandarte un chofer. —reitera con seriedad.

—Ron, pediré un taxi entonces, no se molesten por mí, que ni siquiera sé a qué voy.

—Es un evento privado y confidencial, no pueden verte entrar —explica él—. Hagamos algo, me retiraré de mi junta más temprano, te paso a buscar yo, ¿Sí?

—¿Estás seguro? —inquiero—. No estoy en... Las mejores condiciones, probablemente tú... —trago grueso—. No quiero arruinarte el viaje.

—Solo hazlo.

No apto para estrellas │YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora