Capítulo 1. Mi origen.

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Tora sí, puede parecer o no nombre de chico pero así me llamo. Desde que era pequeña vivo al lado de un templo, cerca de un árbol sagrado legendario, donde vive la familia Higurashi. No conozco a ningún miembro de esa familia pero es bueno saber cómo se llaman tus vecinos. Vivo con mi abuelo Toshio. En una zona no tan alta como la de dicho templo, sencillamente en una altura media. No sé nada de mi pasado, y cuando le pregunto a mi abuelo dice que perdió la memoria en la batalla de no sé qué. Habla de algunas cosas que parecían haber pasado hace quinientos años. Algunas veces nombra demonios a los que dice que se enfrentó, pero eso es imposible, creo. Bueno, el caso es que yo vivía feliz con mi abuelo, iba al instituto, tenía dieciséis años, y... todo era normalito. Pero un día me ocurrió una cosa increíble.

Llegué a casa más pronto de lo normal por un problema que hubo. Una fuga de gas. Estaba entrando por la puerta cuando vi a alguien rondando por el jardín. Era mi abuelo. Tenía un comportamiento algo sospechoso. En nuestro jardín había algo parecido al árbol sagrado de nuestros vecinos de arriba, pero este no era tan grande y estaba hueco. Se acercó al árbol y se metió dentro del agujero. Aquello me sorprendió. Salí escopetada a buscarle pero, para mi sorpresa, no estaba allí. Introduje un brazo para ver qué había allí y una brisa me arrastró hacia dentro. Luego hubo oscuridad. Al abrir los ojos el cálido sol me acarició la cara. Abrí lentamente los ojos y un hermoso paisaje se hallaba ante mí. Flores, verde césped, árboles... Salí del tronco cuidadosamente y miré a todos lados, ni rastro de mi abuelo. Ni de mi casa, ni de nada conocido, salvo el legendario árbol de los Higurasi. Me dirigí hacia él, ninguna escalera me llevaba arriba, sólo una cuesta, ni el templo estaba alrededor. Había nada más que un pozo. Me asomé y el interior tenía unos huesos, iugh! ¿De quién serían?

Seguí caminando hasta que vi un pueblo, lleno de aldeanos. Iban vestidos con ropas desgastadas y algo rotas. Utilizaban herramientas algo anticuadas, al igual que el paisaje en sí era anticuado. Las casas de madera, las plantaciones, el rio con un puente de madera... ¿Dónde me encontraba? Una anciana con un parche en el ojo se me acercó y contempló mis ropas. Llevaba el uniforme de instituto: una falda verde, por cierto odiaba las faldas, una camisa blanca, unos calcetines que me llegaban hasta las rodillas y unos zapatos marrones. La anciana seguía mirándome con asombro y después sonrió.

-Creo que deberías de ir a ver a Kagome, eres de su época ¿no?

¿De su época? ¿En qué época estaba? ¿Kagome? ¿De qué me sonaba ese nombre? Tartamudeé un poco, no sabía que contestar. De repente una sombra se acercó. No era una sombra, era una sensación oscura. La sentía dentro de mí. Presentía algo malo acercándose a... mí. Salí corriendo, no sé de qué y ni hacia dónde iba, sólo huía. Me metí en el bosque. Cuando mis piernas no podían aguantar más me detuve. Aquella sensación me seguía, era inútil seguir corriendo. Me senté y me cubrí el rostro con las manos, rezando para que pasase. Una voz grave me habló:

-Así que... por fin apareciste.

Separé lentamente mis manos y descubrí quién me hablaba. Era un mono. O alguien con una capa de mono azul y blanca. Aquello era de locos.

-¿Quién... quién eres? -conseguí articular.

-Mi nombre es Naraku. Y te he estado buscando todo este tiempo. Tienes algo que quiero.

-Te juro que no tengo dinero, este no es mi sitio ¿sabes? No tengo ni idea de cómo he llegado aquí.

-Pareces una mocosa miedica. ¿Y tú padre era Bengarutora? -hablaba despacio, como sin prisa, intentando meterme miedo. Aquello me ponía nerviosa.

- ¿Conocías a mi padre?

-Algo así, sí... ¿Dónde lo tienes escondido? -se acercó a mí.

-No sé de qué hablas.

-¡Tora! -alguien me llamó. Su voz era muy conocida.

-¡Abuelo!

Mi abuelo apareció detrás del mono- déjala.

Llevaba en sus manos una hermosa y brillante espada. Más bien una especie de espada doble, con una cuchilla en cada punta- ahí está -dijo el babuino. Se abalanzó sobre él que respondió blandiendo la espada. Salió un rayo azul que atravesó al mono. De este cayó una especie de figurita de madera y el resto se desvaneció.

-¿Qué ha...?

-No tengo tiempo para explicártelo Tora, ven.

-Pero...

Mi abuelo me agarró la mano y me llevó con él de nuevo al árbol. Otra vez en casa. La espada mágica seguía con nosotros.

-Te lo contaré todo, ahora que saben que estás viva tu misión será más peligrosa. No debí de coger la espada tan pronto...

-Abuelo, ¿qué pasa? ¿Qué ha ocurrido?

-Ese era nuestro mundo, nuestra época.

-¿Cómo?

- Tu padre era Bengarutora, un poderoso demonio tigre de bengala. Se enamoró de una princesa guerrera humana llamada Yoki, tu madre.

-Wo, wo, wo. ¿Demonio? Eso no existe.

-Ahora puede que no, pero hace quinientos años sí.

-¿Quinientos años? ¿Ese árbol nos lleva a hace quinientos años?

-Sí. Escúchame. Se enamoró de tu madre y te tuvo a ti, una chica medio demonio. Tus poderes eran tan grandes como los suyos, lo que hacía que muchos demonios te persiguieran, por eso te mandó aquí y selló tus poderes durante un tiempo. Pero ese tiempo va a acabar y tengo que tenerte preparada para la batalla. Tu misión será conseguir la esfera de las cuatro almas y pedirle el deseo de que los demonios desaparezcan para siempre, así conseguirás que nunca más vuelva a caer la esfera en malas manos de seres poderosos. ¿Me entiendes?

-Bueno... abuelo, ¿te has tomado las pastillas?

-¡Esto es serio! Esta espada es la que tu padre forjó para ti. Se llama colmillo del tigre Blanco. Esta forjada con dos colmillos de tu padre y uno de otro gran demonio, un demonio perro llamado Inu no Taisho. Esta espada tiene dos formas, la normal que ésta en la que está ahora -la espada había cambiado de la forma que tenía antes a una que parecía normal- como un colmillo, el colmillo de tu padre. O tiene la forma que has visto antes, con una cuchilla en cada punta. Una cuchilla es el otro colmillo de tu padre y la otra el colmillo de Inu. Debes de usarla para luchar es muy poderosa. Tu padre y este demonio eran grandes amigos. Por eso tú puedes empuñar las espadas de los colmillos de este demonio, que pertenecen a sus hijos: colmillo de hierro y colmillo celestial, y, a su vez, ellos pueden empuñar la tuya. Te recomiendo que no te encuentres con ellos. Son peligrosos. Sus nombres son Inuyasha, el hijo menor, y Sesshomaru, el hijo mayor. Recuérdalo. Porque intentarán tener más poder haciéndose con tu espada.

-Abuelo me asustas.

-No te preocupes, te enseñaré a usarla. Si alguna vez estás herida o en peligro en esta época estarás segura.

-Bueno, suponiendo que todo esto sea verdad. ¿Dónde se encuentra la esfera esa?

-Se dividió en fragmentos y se repartió por el otro mundo. Debes de reunir esos fragmentos.

-Que son aproximadamente...

-Muchos. Pero algunos ya tienen varios. Ese babuino que has visto tiene unos cuantos. Es un medio demonio malvado, debes de evitarle, no caer en sus garras, de hecho has de matarle.

-Hablando de medio demonios, explícame eso otra vez.

-Tu padre es demonio, tu madre humana, tú eres medio demonio medio humana. El poder de tu padre selló tus poderes un tiempo y también te ayudó a mantenerlos más o menos controlados para siempre. Solamente apréndete esto: las noches de luna llena te vuelves un demonio completo, esta espada puede hacer que te controles, al menos un poco, pero si no, te volverás una bestia. Además tu padre te permitió que puedas elegir cuando quieres ser humana y sentirte humana y para la batalla que te puedas volver medio demonio para tener más fuerza y poder.

-Me va a explotar la cabeza con tanta información.

-No tenemos mucho tiempo. Levanta, te enseñaré cómo se usa esto.

Y así de entretenida pasé la tarde, aprendiendo a manejar la espada de mi "padre".

Tora y la perla de ShikonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora