Capítulo 32. Tora, deja de pensar

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No entendía cuál era el objetivo de Hakudoshi. Llevábamos varios días cortando las cabezas de cientos de demonios y ya tenía un buen montón de estas. Ese día en especial, Entei llevaba sobre su lomo a Hakudoshi y a veinte cabezas de horrendas criaturas. Era de noche. Buscaban una cabeza más y ya podíamos ir a descansar. La siguiente parada era un río. Desde las alturas se veían a dos animales de pelaje marrón. Uno era enorme, y cuando digo enorme, es enorme. Y luego una pequeña criatura. A medida que nos íbamos acercando, iba comprobando que se trataba de una nutria macho y la que debía ser su cría. Aquello me desconcertó ya que, hasta ahora, sólo habíamos matado demonios malvados. Miré a Hakudoshi por si acaso no se había dado cuenta. Él sonrió de lado, maliciosamente.

Aterrizamos en el río. A mí me costó un poco más ya que me habían dejado una pluma de Kagura para mí solita. Hakudoshi lo miró imponente. El padre nutria apartó a su hijo ordenándole que se escondiera. Sin decir una sola palabra, el chico trató de cortar la cabeza de la nutria. Pero este logró esquivarla. Hakudoshi me miró. Podía ver diversión en aquella fría mirada.

-Acaba con él –me ordenó.

Ahora lo entendía. Hakudoshi sabía que yo no vacilaría a la hora de matar un demonio malvado. Pero que no sería capaz de matar a uno inocente. Y menos con su hijo mirando. Este chico me daba realmente asco.

Saqué mi espada. La nutria me miraba desafiante. Deslicé mi espada tratando de cortarle a la altura del estómago. El demonio lo esquivó sin problema.

-¡¡Papá!! –chilló el niño. Me dio una punzada en el pecho. De verdad estaba sufriendo.

La nutria saltó y su puño se dirigía hacia mí. En un rápido movimiento salté por encima de aquel demonio y corté su cabeza. Lo había hecho. Había matado al padre de aquella criatura que ahora lloraba desconsolada. Hakudoshi parecía estar pasándolo bien. Apreté mi espada con fuerza. La tentación de soltar mi viento de fuego eran muy fuertes. Pero debía controlarme. Debía llegar al corazón de Naraku. Guardé la espada de mala gana y me giré sin querer mirar ni escuchar nada más. "Jamás seré tu marioneta" pensé.

-No importa –escuché que dijo Hakudoshi. Miré de reojo y resulta que la cabeza estaba siendo arrastrada por la corriente.

"¿Me ha hecho que le mate para no importarle su cabeza?". Sentí aún más rabia e impotencia. Volví a mirar de frente y me subí a la pluma.

Regresamos a la cabaña en la que habíamos estado descansando durante esos días. Pero aquella noche sólo miré cielo estrellado. Preguntándome qué estaría haciendo Botan en esos momentos. ¿Me estaría buscando? ¿Y Sesshomaru? ¿Seguiría con ella? ¿Me estaría buscando también? Sacudí la cabeza intentando no pensar en nada. Pero era imposible. El verano ya había empezado. Si siguiera con mi vida normal en estos instantes tampoco estaría dormida. Tendría cosquillas en la tripa por los nervios ya que estarían a punto de darme las notas. Cuando aprobaba todas, mi abuelo solía comprarme el helado más grande de la mejor heladería que conocía. Me llevaría a alguna feria, veríamos fuegos artificiales y lanzaríamos algunos. Luego nos tumbaríamos en el césped y me relataría alguna historia de demonios de esas que yo no entendía y creía que se inventaba. Ahora pienso que algunas seguro eran reales. Recuerdo que la historia que más me gustaba era la de un amor imposible entre un demonio y un humano. El humano era un fuerte guerrero que ayuda a un demonio herido. Un demonio de cabello rojizo, que era una bella mujer. Esa mujer había sido atacada por un perro cuando peleó con este. Mi abuelo me contó que ese perro era muy importante para el demonio, pero que el perro la había engañado y aquello provocó la pelea. Me parecía un relato raro, pero yo no preguntaba, sólo escuchaba. Mi abuelo me dijo que todo terminó bien puesto que el guerrero y el demonio se casaron, pero no acabó muy bien para el perro porque murió en un incendio... Ahora se me venían las preguntas a la cabeza. ¿Un guerrero y un demonio? ¿Un perro? ¿Podría ser ese perro un demonio? ¿Puede que la mujer y ese demonio estuvieran juntos y pelearan? Además, el demonio era una mujer de pelo rojo, el guerrero un humano... ¿Me había contado mi abuelo, de forma indirecta, la historia de mi familia? Si fuera así me estaría revelando que mi madre era un demonio. ¿Por qué entonces me mentiría diciendo que era mi padre el demonio? Demasiadas preguntas, ninguna respuesta.

Tora y la perla de ShikonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora