Capítulo 36. Debilidades

56 5 13
                                    


Los ojos de Keito perdieron el brillo en tan solo un instante. Su sangre manchó la hierba. Aquellos ojos... habían sido los que vi en el sueño sobre mis padres. Entendí entonces que sólo estaba jugando conmigo, al igual que Naraku, y que no debía sentir lástima por él. Pero, aquella suplica, por su vida... Él sólo quería vivir y no podía cambiar el hecho de pertenecer a Naraku. Pensé en Kagura, ella también quería ser libre. ¿Sería así también su final? 

Botan cayó al suelo inconsciente. Corrí a por ella, quería comprobar que estuviera bien. Sesshomaru se posó a mi lado.

-Está viva -dijo.

-Lo sé -respondí triste- espero que no le diera mucha guerra y Keito acabara haciéndola daño. He olido la sangre.

-Yo también. Pero creo que sólo era un anzuelo. No te hubiera atacado junto al grupo, quería que te separases. 

-Y, ¿por qué no me has dejado matarle? ¿Por qué has venido también?

-Yo... -su voz se apagó y no dijo nada. Sólo miró al suelo.

-Creías que me convencería para irme de nuevo. ¿No es así?

Sesshomaru abrió un poco los ojos, había acertado.

-¿No confías en mí? 

-No es eso...

-¿Cómo voy a ser tu camarada si ni siquiera me dejas que me las arregle yo sola? 

-Si fueras una buena súbdita me harías caso, como Jaken y Rin, sin contestar o preguntar o dudar. Pero siempre tengo que ir yo detrás.

Mi boca formó una "o" de "oh... no has dicho eso... te vas a enterar"

-¿Que vas detrás? Perdona pero mientras yo me juego la vida mil veces para perseguir a Naraku y hacerme con la esfera por el bien de la humanidad, tú sólo deambulas sin sentido y sólo cuando tienes algo delante de la nariz es cuando actúas. Si fuera por ti no sabríamos ni que Naraku tiene el corazón separado del cuerpo, ni tendríamos tantos fragmentos y ni estaríamos aquí. ¡Así que no me eches en cara nada porque yo lo estoy intentando lo mejor que puedo!

-¿Para qué necesitas tú la esfera? ¿Para ser una humana? ¿Un demonio? ¿El bien de la humanidad? 

-Yo... -me quedé en blanco. Quería matar a todos los demonios. ¿También a él? Además, ¿eso no sería mi propia muerte? Tengo sangre demoníaca en el cuerpo.

-Los humanos siempre seréis igual. La paz no existe. Siempre habrá momentos de paz y siempre de guerra. Si persigues algo tan tonto como el bien de la humanidad tendrías que convertir a todos los humanos en demonios, así no tendrían que huir de los auténticos demonios.

-Yo no quiero ser un demonio. No quiero. Y sé que gente como Botan tampoco. Porque los demonios como sois fuertes no entendéis a los débiles, no tenéis empatía ni sentimientos.

-No nos hacen falta. Los sentimientos sólo te hacen débil -dijo acercándose.

-No hay nada de malo en tener debilidades -me acerqué también enfadada.

-Con las debilidades sólo haces estupideces.

-Pues tú eres estúpido, ¿cuáles son tus debilidades? -me reí en su cara.

Se quedó unos segundos en silencio, con el ceño fruncido, mirándome directamente a los ojos. Sentí una presión extraña en el pecho pero no pensaba ser la que apartara la mirada, a pesar de su cercanía. De pronto oí un gritillo como de rata. Me giré y provenía de Botan, la cual estaba roja como un tomate tapándose la cara con las dos manos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 19, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Tora y la perla de ShikonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora