*ੈ✩‧13˚⊹♡

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LALISA MANOBAL.

REALIDAD.

Con la cabeza en las nubes, y ganas de quedarme allí, entré a mi casa, con Mingyu detrás de mi. Peleando sobre no sé qué, porque estaba lo suficientemente metida en mi mundo. Pero su voz empezó a ser irritante en un punto.

—Ya basta —interrumpí su largo discurso—. No estoy para tu griterios, ni mucho menos, me harías un gran favor si te callas.

—¡Claro, porque nunca se le puede decir a la señorita aquí! —bramó—. Pero estoy cansado de tu maldito comportamiento.

—¡Pues dame el maldito divorcio, Mingyu! —abrí los brazos buscandole solución—. Eso es lo único que tienes que hacer, y cada quien tendrá su mundo.

—Eso es lo que quieres, para que todos vengan como perro detrás de ti —escupió—. Pero no me das mi lugar como esposo.

—Es que tú y yo no somos una pareja, Mingyu —repliqué—. Ya no somos nada. Nos acostamos en la misma cama ya por costumbre.

—Todo esto empeoró cuando te despertaste —sus ojos se llenaron de lágrimas—. ¿Por qué no me puedes amar?

—Mingyu —solté en modo de suplica—. No hagamos esto más difícil.

—Dime la verdad, ¿qué tengo que hacer para que me ames? —dio un paso al frente—. ¿Terapia de pareja?, estoy dispuesto. Pero no me dejes.

—¡Es que no te amo! —grité al borde de la locura—. No... no puedo amarte.

Frunció los labios, —Eso fue lo que nunca llegué a entender, quizás es porque no soy el indicado para ti o he hecho las cosas mal.

A este punto, ya no me gustaba por donde iba la conversación, Mingyu nunca me mostró este lado de él, en el cual se cuestionaba las cosas ni mucho menos donde sus ojso se llenaban de lágrimas. O se veía frágil.

Mingyu siempre fue terco, incluso frío, pero jamás un hombre de llorar, ni de mostrarse débil. Se remojó los labios, asintió con lentitud. Como si su mente estuviera procesando la realidad.

—No hiciste nada... soy yo, Mingyu —dije sin más y con el corazón en la mano—. No te puedo amar.

Pestañeó repetidas veces.

—Entonces no tiene sentido vivir si no tengo tu amor —se secó los lágrimas—. No tiene sentido, Lisa.

Salió por la puerta como alma que lleva al diablo. Cerré mis ojos con fuerza y maldije por lo alto, caminé hasta la habitación y me senté en la cama, pensando en lo que pasó con Jennie, en que no puedo sacarla de mi cabeza y no sé lo que estoy empezando a sentir por ella.

Pero por Mingyu no puedo sentir lo mismo, como si mi corazón fuera en contra de todo sentimiento que yo quisiera tener por él. Estoy destinada a no amarlo.

Pero con Jennie no es lo mismo, nada es igual. Ni los besos, ni su tacto, ni su cercanía. Estar con Jennie es convertirme en una niña pequeña otra vez, quisiera no salirme de su lado.

Me dejé caer en la cama y exhalé, soportando el dolor que se formaba en mi pecho. Pedirle el divorcio a Mingyu era algo que tenía que hacer, no por Jennie, sino porque me sentía atrapada en este matrimonio, sin la posibilidad de sentirme libre.

Se supone que no me tengo que sentir en una prisión, no obstante, presiento sentirme peor que en una.

—Esto es horrible —mascullé—. Ni siquiera sé que estoy sintiendo por ti, Jennie.

Both (Jenlisa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora