Capítulo 8

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Al salir del Café, Draco se fue a casa y se encontró a un malhumorado Favio. "Me has dejado plantado, bonito", le dijo con cara de enojo acusándole con un dedo.

"No sé a qué te refieres, Favio, pero estoy cansado y necesito ir a casa", lo esquivó y entró al pasillo para subir las escaleras, Favio le miró con cara de pocos amigos.

"¡El Hockey!, te dije que iríamos a ver un juego, tenía los boletos, ¡y no apareciste!", Draco le miró con irritación y le gritó desde el piso superior.

"¡Jamás acepté ir contigo a ver un juego!", y dándole la espalda, llegó a su piso y entró a su apartamento.

Draco alimentó a Toby y se sentó pensativo imaginándose cómo sería una cena donde los Weasley. Se imaginó el pavo, los vegetales y las papas asadas, el pudín de navidad y a lo mejor un vino barato. Sonrió pensando que seguro habría un gran árbol con adornos desiguales y muchos regalos debajo, y perros, gatos, niños sonrientes, jugo de manzana caliente para los chicos y sidra caliente para los adultos... y lo mejor de todo, habría gente, sonrisas, música, abrazos... aunque no fueran para él, y sin siquiera pensarlo detenidamente, se levantó, se cambió de ropa por algo abrigado y un poco más festivo, se puso su bufanda y sus guantes nuevos, y salió a la calle donde volvió a esquivar a Favio.

Compró una botella de champán no muy costosa y se Apareció afuera de la Madriguera mirando contento la alta y extraña casa llena de luz y de donde salía música y risas.

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Cuando Draco empezó a caminar hacia la casa empezando a arrepentirse, oyó la voz de la comadreja Auror diciendo, "Alguien llegó", con voz seria.

"Oh, seguro es Draco", dijo la Señora Weasley feliz y se asomó en la ventana y lo miró sonriendo con sinceridad al verlo. "Si, es él, ve a recibirle, Arthur, querido", dijo girándose hacia dentro y pocos segundos después, el patriarca estaba en la puerta.

"Oh, qué alegría verte, hijo", dijo sonriendo también afable, "Charlie nos dijo que no estabas seguro de si era buena idea venir, y estaba escribiéndote un mensaje para enviarlo por lechuza justo ahora para asegurarte que todos te estábamos esperando; ya Kingsley llegó, solo faltabas tú", y se hizo a un lado para dejarle pasar. Draco notó el énfasis en la palabra todos y la mirada que le dio a Ronald.

"Gracias, Señor", dijo entregándole la botella y dándole la mano a su pseudo suegro.

"No tenías que haberte molestado, Draco", dijo Arthur, pero tomó la botella y la apreció, luego la llevó a la cocina donde supuso que la puso a enfriar.

Segundos después, una niña pelirroja y monísima se apretó contra sus piernas y le sonrió radiante, "¿Eres un ángel?", le dijo, Draco se sorprendió y Molly y Charlie que estaban cerca rieron, "Eres tan bonito como el ángel que me enseñó mi mami en un cuento de Navidad", Draco la miró sorprendido y luego recordó que había quitado su glamour al llegar a casa y no volvió a ponerlo antes de salir, se ruborizó hasta la raíz del cabello.

"Soy Draco", le dijo a la niña y se agachó a su altura, "Pero tú si te pareces a un ángel, un hermoso ángel de cabellos color cobre", dijo sonriendo hacia la pequeña que se ruborizó de placer con el halago.

"Los ángeles son rubios", dijo arrugando su carita ella con expresión de duda.

"Oh, no, ¿quién dijo eso?", dijo él meneando la cabeza, "hay ángeles de todos los tipos, así como hay personas diferentes entre sí, es lo justo, ¿no te parece?", la niña sonrió y asintió radiante.

"Eres muy listo", dijo la niña.

Draco rió y contestó, "Si Granger es tu mamá, apuesto a que tú lo eres más", y la niña rió y señaló a Granger que sonreía encantada.

Al Ver que DormíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora