Capítulo 19

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Draco estaba recogiendo los adornos del árbol de navidad y guardándolos cuidadosamente en sus cajas para embalarlas. Se sentía triste pero resignado. Aunque había tratado de engañarse a si mismo soñando con una vida con Bill Weasley, sabía que era una tontería. Bill ni siquiera era gay. Bill se había creído por un momento la mentira de que eran una pareja, que lo había elegido para convivir una vida juntos y que Draco era una buena elección, pero todo absolutamente había caído por su propio peso: no solo había mentido Draco sobre su compromiso, Bill tenía una amante con la que había pensado casarse, una mujer morena, alta, voluptuosa y que ya tenía marido.

Bill nunca hubiera sido una buena elección para él. Aunque se hubiera convencido a sí mismo de que Draco era una persona buena para ser su esposo, era obvio que no era el tipo de persona que Draco deseaba para sí.

Draco recordó entonces a Charlie y sintió que su corazón dolía pero desechó el sentimiento. Su enamoramiento de Charlie era solo algo más que tendría que desechar en su vida, como sus sueños de ser de nuevo parte de una familia y de sentirse querido, como su deseo de ir a Francia y de pasear de nuevo bajo la Torre Eiffel, como el deseo de ya no seguir estando solo.

Draco se secó una lágrima rebelde que se le escapó y guardó con cuidado y afecto los pequeños cascanueces, de repente, sonó la puerta.

Draco suspiró y pensó en si debía responder. Estaba seguro de que no era Charlie y en verdad esperaba que no fuera Potter que viniera a maldecirlo por mentirle a los Weasley, cuando finalmente reunió valor, preguntó "¿Quién?" y escuchó la voz de Favio llamarle desde afuera. Draco rió con un poco de amargura y se dirigió a la puerta.

"Yo, Draquito... lo lamento, es una pena que tus planes no se dieran como lo esperabas... con el tipo ese", dijo Favio con voz despectiva aunque en verdad parecía querer consolarle.

Draco asintió pero no dijo nada.

"Ahora deberías darte más oportunidad para... tú sabes, tener más tiempo libre, más experiencias... por favor, no me digas que vas a dedicarte a beber, o a raparte el cabello, comer helado viendo películas deprimentes como hacen algunas personas cuando les han roto el corazón... eso solo te haría ponerte feo y perder la belleza... como le sucedió a la tía Filipa cuando el tío Marco la dejó... tú... eres una buena persona, Draquito, te mereces a alguien bueno".

Draco se sintió conmovido y permitió que Favio se acercara y le abrazara. De repente, recordó que había visto a Favio rondando a la vecina del último piso, una rubia de mucho busto, grandes tacones y horrible risa que, en honor a la verdad, parecía tener un coeficiente más adecuado al de su visitante.

"Gracias, Favio... ¿pero a ti cómo te va?... tú sabes, con ¿Lucía?" dijo y le miró con las cejas alzadas.

Favio hizo un gesto de decir que todo estaba muy bien, pero de repente, su rostro se contrajo, hizo un puchero, y empezó a gimotear negando con unos inmensos lagrimones bajando por sus regordetas mejillas, "Hoy la vi besándose con un tipo que trabaja en la Panadería que está en la otra cuadra", y Draco viéndole tan triste no pudo sino compadecerse y abrazarle de nuevo, luego le invitó a pasar y le sirvió una taza de chocolate.

"Ella... creo que ella no... es de mi tipo...", dijo Favio gimoteando, y luego como pensándolo bien agregó, "¿por casualidad no tienes malvaviscos?", preguntó quejumbroso pero mirándole esperanzado y Draco rió un poco y asintió.

-*-

Al día siguiente, Draco estaba trabajando como cada día. Tenía grandes ojeras y se sentía cansado. Pero le había asegurado a Loraine que lo mejor era volver al trabajo.

Por tres días, siguió su labor dedicado con fervor, al salir fue a dar unas clases de ruso intensivas que le ofrecieron y no vaciló en aceptar, y el sábado, estuvo dando clases de piano todo día, en la mañana a una vieja cliente artrítica que en especial disfrutaba oírle tocar más que aprender, y en la tarde a un insufrible niño cuya mamá juraba tenía un gran talento pero que era más sordo que una piedra. Sin embargo, Draco se dedicó con fervor a su trabajo, fue amable, recibió sus cheques con agradecimiento y se fue cansado a casa.

El domingo limpió su pequeño piso y duró toda la tarde leyendo su libro de Isabel Allende, y por la noche, cansado de pasar noche tras noche en vela, se permitió tomar una poción para dormir sin sueños que le compró al duende de la otra calle a un precio abusivo.

El lunes, estaba en su trabajo un poco descansado, triste, pero consolado sobre lo que era su vida actual, hasta que en algún momento al girarse a atender un cliente, vio la sonrisa que más le gustaba en el mundo y unos ojos castaños dulces que parecían también sonreír. Draco se sorprendió y cuando se giró hacia la cola, vio que casi todos los Weasley, con Potter incluido, le miraban y saludaban mostrando un ticket de compra.

Draco sonrió y empezó preparar sus órdenes, y luego se fue a sentar con ellos al fondo del Café, donde en realidad, tuvieron que acercar como tres o cuatro mesas para estar todos juntos.

Draco les miró con vergüenza pero se sentó en el puesto que reservaron para él, y Rose, como no pudiendo aguantar más, se levantó y se lanzó en sus brazos. Él la apretó fuerte y hundió su nariz en sus hermosos cabellos castaños rojizos riendo, y le dijo, "Te extrañé mucho, Rosie", y ella se estiró y le dio un beso en la mejilla y luego le dijo al oído, "Por favor, dile que si", y miró hacia Charlie con cara de picardía.

Charlie rió pues la escuchó, y miró a Draco y se aclaró la garganta. "Me imagino que te preguntas qué hacemos aquí", y Draco asintió pero no dijo nada, "Pues, verás, yo me preguntaba... en realidad, todos nos preguntábamos, si lo que dijiste ese día en el hospital sobre... que me amabas... y que nos amabas a todos, aún seguía siendo una realidad, porque nosotros hemos hablado, y tanto yo, como todos los demás, estamos de acuerdo, en que nosotros te amamos también... o al menos, yo en particular, no creo que pueda seguir mi vida igual que antes, sabiendo que existes y que ya no eres parte de mi vida... de nuestras vidas", cuando Draco les miró, todos asentían y le sonrían, e incluso Potter que normalmente le miraba con cara de pocos amigos, sonreía con algo de petulancia y luego asintió.

"Lo que dice Charlie es cierto, todo en casa ha sido triste y oscuro desde que no estás con nosotros, Mal... Draco", dijo Potter con mucha firmeza, "Y si yo fui acogido por esta familia con tanto afecto y ya no puedo imaginarme mi vida sin ella, no creo que sea justo tener que verte perderla de un día para otro sabiendo que tú les quieres tanto como ellos te quieren a ti... en especial por Charlie, que si se deprime, dejará que se lo coma un dragón de aperitivo o algo así, y tampoco podemos permitirnos una vida sin él... ni siquiera podríamos permitirnos perder de nuevo a Bill aunque haya sido un cabrón estos últimos años", Ron rió y Hermione le dio un codazo, George asintió seriamente estando de acuerdo con Harry y Molly también.

Ginny resopló y miró a Draco seria y luego agregó, "Lo que ellos quieren decir, Draco, es que Kingsley nos ha explicado lo que sucedió, y nosotros le creemos, pero no solo porque él lo diga, sino porque hemos visto lo amable, considerado y buena persona que puedes ser, y aunque te acercaste a nosotros gracias a Bill, entendemos que te gusta Charlie, y como él es muy idiota y parece que no sabe expresarse bien, entonces me toca a mí decirte que a él también le gustas, y mucho, y aunque no le gustaras a ninguno de mis hermanos, de igual forma te queremos en nuestras vidas, huroncito, porque nos encantas y ya no queremos estar sin ti".

Draco para ese momento ya soltaba lágrimas de emoción y solo pudo asentir agradecido, mientras Charlie se levantaba, se acercaba a su puesto, le hacia levantare y le abrazaba fuerte, y luego le daba un besito casto y tiernísimo, y le susurró "Me encantas, Draco Malfoy", en el oído haciéndole reír.

Luego todos los Weasley se levantaron y le abrazaron por turnos, incluido Harry, quien le dio unas palmadas en la espalda y le dijo, "¿Asustado, Draco?".

Y Draco sonriendo le contestaba, "Ni un poco".

Al Ver que DormíasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora