Taiju, que se enamoró de un chico que conoció en su instituto, no sabía cómo podía declararle su inesperado amor, por lo que simplemente decidió ir a una biblioteca, y utilizar los ordenadores para encontrar una web que le proporcionara ideas para c...
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Haruko
—...Por Satán, que rica está— murmuré tras darle un bocado a una porción de pizza 4 quesos, probablemente una de mis favoritas.
—¿En serio? Me alegro de que te guste Shimizu-san— exclamó Yuzuha con una notable intensidad, posando su porción con rapidez sobre el plato.
—Me puedes llamar Haruko a solas, tenemos la misma edad, creo— le sonreí como pude por si acaso había algo en mis dientes, me moriría de vergüenza si fuera así, a si que prefiero prevenir.
—Si, ambos vais al mismo curso— interrumpió el mayor de la sala tras tragar el mordisco que le había dado a su porción. —La verdad, es que os han quedado bastante ricas, enhorabuena, Hakkai, Yuzuha.
Los hermanos mencionados se miraron entre si con una ilusión inexplicable, fue tan potente que, incluso sin quererlo, yo también tenía una sonrisa en la cara.
Súbitamente, Taiju tomó mi mano por debajo de la mesa, entrelazando nuestros dedos.
A la chingada, quién se cree que es este pendejo mamón.
Le miré con algo de disimulo, para evitar que se notara que le quería meter la putiza de su vida. Pero él simplemente me miró por el rabillo del ojo y luego centró su mirada nuevamente en trozo que andaba comiendo y le dio un gran mordisco.
No parecía haber mentido sobre su opinión sobre la pizza.
Suspiré levemente y traté contener el calor que empezaba a sentir en mis mejillas dándole yo también un mordisco increíblemente grande a mi trozo.
—No hace falta que os las comáis con tanta velocidad, hay suficientes trozos— ambos miramos al del pelo rapado que estaba con la ceja arqueada alternando la mirada entre su hermano y yo.
—Oh, em— aclaré mi garganta y tragué antes de seguir hablando, hay que dar buena impresión. —Si, lo siento, es que está tan buena que no puedo evitarlo.
Le dediqué una de mis mejores sonrisas como hice anteriormente con su hermana, y claramente funcionó lo suficientemente bien como para dejarlo estupefacto y con las mejillas sonrojadas.
Si es que mi técnica nunca falla.
Shiba-senpai apretó momentáneamente mi mano, le volví a mirar y parecía algo molesto.
La verdad... me resultó algo tierno.
—¿Y cómo conociste a nuestro hermanito?— preguntó la única chica que se encontraba en la casa.
Esa pregunta me ayudó a que eliminara todo pensamiento y sentimiento asqueroso que acababa de pasar por mi mente.
—Él es el presidente del consejo estudiantil y yo soy un miembro también. Me encargo del taller de arte y fue él el que- bueno, me ayudó con varias cosas cuando empecé— carraspeé y tomé el vaso que estaba frente a mi y le di un trago al refresco que había en su interior.
