Taiju, que se enamoró de un chico que conoció en su instituto, no sabía cómo podía declararle su inesperado amor, por lo que simplemente decidió ir a una biblioteca, y utilizar los ordenadores para encontrar una web que le proporcionara ideas para c...
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Haruko
¿Y quién carajo era ese tipo?
Eso fue lo que me preguntaba una y otra vez mientras me acercaba al chico con el que se suponía que iba a tener una cita.
Justo antes de que llegara, entraron en una tienda de conveniencia y, como no quería interrumpir, simplemente me esperé fuera para que me diera explicaciones. Aunque también fue para ponerle algo de drama, lo admito.
Tampoco tuve que esperar mucho, ya que a los 10 minutos les vi salir a los ambos por la puerta mientras Taiju le dio con la cartulina en la cabeza, gruñendo.
—Ve a casa, que Haruko debe de estar a punto de llegar— dijo el ojidorado mirando su reloj, suspirando y sin darse cuenta de que literalmente estaba detrás de él.
—Uy si, no vaya a ser que el amor de tu vida se espante por ver a tu hermano pandillero— respondió el del cabello rapado levantando las manos para dramatizar y dando la vuelta para mirar a mi cita, recibiendo otro golpe en la cabeza por parte de el mismo.
Conque su hermano ya me conoce, interesante. Espera, ¿DIJO "EL AMOR DE TU VIDA"? ¿QUÉ ES LO QUE SE SUPONE QUE LE HA CONTADO A SU FAMILIA?
Inmediatamente después de esto, nuestras miradas coincidieron, haciendo que el pelado se quedara atónito. Llegados a este punto, ya me acostumbré a que se sorprendan por verme, soy demasiado guapo.
Le dio unos toques a Taiju en el brazo antes de que éste dijera en un tono enfadado un "Qué quieres ahora", para girar y darse cuenta de mi presencia.
Pestañeó un par de veces con un tono carmesí en sus mejillas y comenzó a andar hacia mí.
—...Perdón Haruko, es que a alguien casi se le olvida la cartulina para mañana— hizo énfasis a la última palabra, mirando a su hermano con una cara aterradora.
—Bueno, eso le pasa a cualquiera, a si que no mates al pobre chaval— contesté, entretanto me distraía analizando como vestía mi cita.
Llevaba unos zapatos elegantes, pantalones ajustados junto con un cinturón y una camisa ajustada, todo de color negro. La verdad es que iba bien guapo, y prendía mucho la camisa ajustada con unos botones abiertos demás, que le daban un toque sex- vale, mejor me controlo.
—...¿Ves, Taiju? Hasta tu nov- hasta tu amigo dice que esas cosas pasan— me miró con algo de ilusión al ver que le estaba defendiendo y, que podía tener posibilidades de ganar la discusión. Pero que casi me diga que soy su novio no se la perdono.
El mayor se quedó en silencio, observándonos con el cejo fruncido hasta que se dio por vencido y suspiró.
—...Está bien, Hakkai, solo te salvas porque Haruko lo ha dicho— se cruzó de brazos y, el chico cuyo nombre al parecer era Hakkai, se le iluminaron los ojos. —Pero no te paso ni una más.
