Taiju, que se enamoró de un chico que conoció en su instituto, no sabía cómo podía declararle su inesperado amor, por lo que simplemente decidió ir a una biblioteca, y utilizar los ordenadores para encontrar una web que le proporcionara ideas para c...
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Haruko
Tengo... un pequeño problema.
La ducha ha sido bastante buena y me ha ayudado bastante a relajarme pero...
Pero no había pensado en la ropa.
Shiba-senpai me había dejado lo que parecía ser un pijama, aunque... parecía grande, incluso a simple vista.
La parte de arriba era azul grisáceo y los pantalones eran de color beige con rayas del mismo tono que la camisa.
Bueno, no quedaba de otra que ponerlo, a si que me mentalicé frente al espejo, y comencé a ponerme aquella ropa.
Resultaba que... no me quedaba tan grande. Solo me quedaba un tanto largo en las extremidades, pero tampoco al punto de que me iba a darme un putazo subiendo las escaleras.
Sonreí conforme y me sequé un poco más el pelo con la toalla y lo desenredé con mis dedos para después tratar de arreglarlo aunque fuera un poco.
Cuando ya estaba frente a la puerta, llamé a la puerta con un par de pequeños toques con los nudillos.
—Adelante— respondió el ojidorado.
Pasé y pude ver que el dueño de la habitación estaba colocando un futón bastante grande en el suelo.
—Oh, Haru, eres tú— sonrió al verme y se levantó.
Parece ser que ya se había puesto un pijama y- era igual que el mío. Solo cambiaba el tono de la parte de arriba, que era de un azul más oscuro.
—Te queda... mejor de lo que esperaba— tal y como yo estaba haciendo, él había aprovechado y me estaba examinando de arriba a abajo.
—Es que todo me queda fantástico, no sé cómo todavía no te habías dado cuenta— le dediqué una sonrisa burlona mientras pasaba dentro del cuarto.
El peliazul lo único que hizo fue reírse y me revolvió el pelo.
Rodé los ojos y me fui directo al futón, pero repentinamente me tomó por la espalda con una sorprendente facilidad y me sentó en su cama.
—No, tú duermes ahí— señaló su cama y se sentó sobre el futón dejando soltar un suspiro.
—¿Por qué? Soy el invitado, yo voy a dorm-
—Precisamente porque eres el invitado duermes donde yo diga— me dedicó una mirada algo seria por lo que prefierí callarme teniendo en cuenta de lo que es capaz.
—...Está bien— espeté por lo bajo y pasando una mano por mi cabello.
—Bien. Entonces, hasta mañana Haruko— me dedicó otra sonrisa y apagó la luz.
Pero, ¿íbamos a dormir ya o qué? ¿Y mi fiesta de pijamas?
Solo pude ver en el tiempo que se adaptaba mi vista como Shiba-senpai se tumbaba y se arropaba, mirando en la dirección contraria en la que estaba yo.
